Pocas personas habrá ahora mismo en España que no tengan el aliento contenido y la angustia en el corazón pensando en el pequeño Julen, cuando ya se cumplen dos noches de los dramáticos intentos para rescatarlo del pozo en el que cayó el pasado domingo, cuando pasaba un día de campo con sus padres y familiares en la sierra de Totalán (Málaga). Los servicios de emergencia y todo el operativo, ayudados por técnicos que buscan soluciones --incluida la excavación de un pozo paralelo al estrecho agujero de 107 metros de profundidad en el que se encuentra-- siguen incansables con la esperanza de hallarlo vivo. Una esperanza que debe mantenerse.