Dicen que la constancia es una virtud. La reiteración de los pensionistas en sus reivindicaciones hace que la voz de muchos mayores se escuche a diario en los medios de comunicación para desesperación de gobiernos y entidades afectadas por sus críticas y demandas. La salud es uno de los bienes más preciados de las personas con edad avanzada y muchos estudios apuntan importantes deterioros en la misma. El elevado costo de los medicamentos que la Seguridad Social receta pero no subvenciona, nos lleva al abandono de muchos tratamientos, que mejorarían nuestra calidad de vida.

Desde 2012, cuando Rajoy introdujo el copago farmacéutico y al mismo tiempo se sacaron de la financiación pública más de 400 fármacos de uso masivo (la mayoría utilizados por los pensionistas), se permitió que estos medicamentos, al mismo tiempo, subieran más de un 100% y Farmaindustria (patronal de los laboratorios) aprovechándose del «medicamentazo» hiciera su agosto. Elevaron los precios mucho más de los costos reales que han necesitado, además de estar ya amortizados por su uso masivo, sin haberse paliado en la actualidad esa desmesurada subida. No han querido desligar negocio de sanidad y siguen haciéndose ricos.

Cientos de las medicinas más consumidas han pasado de un precio razonable a uno prohibitivo (antitusivos, mucolíticos, antidiarreicos, protectores gástricos o tranquilizantes...) haciendo que una vez más seamos el blanco de las injusticias, por no tener en muchos casos dinero para costear los medicamentos, agravándose nuestra salud y terminando hospitalizados. El Gobierno actual debe aprobar medidas que eviten esos abusos farmacológicos productores de dramas.