Cuatrecasas es la elite de Barcelona, tan cerca-tan cerca de la Generalidad que hasta se atrevió a darle a don Felipe, cuando solo era Príncipe, una reforma de la Constitución: don Felipe, naturalmente, se negó a recibirla. Y a ese bufete, potentísimo, exigente y buen pagador llega para trabajar la bien preparada y cumplidora Soraya, miembro a la vez del Consejo de Estado: adivinen ustedes con qué mentalidad, los pocos días de reunión de este, aterrizará en Barajas

Y si hasta en lo más mínimo de nuestras vidas, en nuestras empresas, en los centros docentes o en las asociaciones de vecinos ante cualquier tema hay contactos, llamaditas y presiones, cuando su compañero de partido Pablo Casado presente una moción o tenga que pronunciarse sobre algún tema en eso tan crucial como la unidad de España que la elite de Barcelona lleva desde el 9-XI-2014 haciendo todas las ilegalidades posibles para romperla, ¿en qué sentido le hablará esa compañera que fue delegada del Estado en Cataluña, con mando en plaza y oficina establecida, y cuyo 155 no llegó ni a 149, con sonora indignidad de Piolín mediante, escaso 149 al que el Sr. Casado no le hizo ningún asco?

El día 12, además, Pablo Casado nos informó de que está de acuerdo con la desigualdad que hay entre los vascos y el resto de los españoles, con lo que se completa el puzle de los que no le hacen caso en Galicia, en Baleares y en la formación de la Junta andaluza. Para un candidato así, me sobran todas las alforjas.