Aun si el pasado fuera lastre, hay que saber cómo y cuándo dejarlo atrás, porque el lastre, más que un desecho, es un recurso para el equilibrio. El PSOE de González y Guerra llegó a tener tanto espíritu españolista que bien pareció que en algunos momentos viraba a la derecha. Y el partido conservador hizo lo propio para ser votado: izquierdearse. Para ambos se trató de un proceso socialmente lógico porque la transición pacífica requería ese acercamiento. Pero ahora, el PSOE de Pedro es más de izquierda, tanto, que está borrando del mapa a Podemos. Y la derecha que debería haber hecho lo propio, no ha sido capaz por no perder el inmenso voto del centro, educado en la transición. La corrupción política del PP, la ambigüedad con el problema catalán y los mareos de Ciudadanos han llevado al nacimiento del partido de derecha/protesta. Pero el juego democrático siempre debe ser respetado. Y los rivales políticos nunca deben basar su supremacía ética en el odio al rival porque el odio nunca es ético. Y ya me explico: en los debates de esta fallida investidura, cuando intervenía Vox, en la réplica del presidente, este ni le contestaba, es más, ni tan siquiera lo miraba, sino que respondía al PP y Ciudadanos diciendo que, por culpa de ellos, un grupo minoritario y antidemocrático tenía peso político debido a los pactos. Con esta actitud, lanzaba un mensaje de repugnancia a un partido que tacha de extremo, pero que es su antípoda ideológica. En tiempos de paz, al adversario político se gana con la palabra y no haciendo como que no se le escucha porque ello sugiere fanatismo; y el fanatismo obvia la realidad, el mayor error que se puede cometer en política. Pero, además, este feo gesto antidemocrático también es incoherente en estos días que se cumple aniversario del terrible atentado de Hipercor. ETA, a base de muertos y chantaje, ha conseguido que su brazo político no sea expulsado de las instituciones aun cuando sigue homenajeando a los asesinos (Esto de los homenajes a los pistoleros, es todavía peor que tachar a los fusilados en la guerra civil como simples bolsas de huesos). Yo sé que no queremos que vuelva el horror y que hay que tener mucho tacto para que no vuelvan a asesinar. Pero si el presidente, por respeto a la democracia, responde a Bildu mirándola a la cara sin que le dé ganas de vomitar, debe hacer ese esfuerzo con Vox con la infinita diferencia de que Abascal no ha matado a nadie, sino que incluso, si estas alimañas de ETA volvieran a asesinar, este hombre se erigiría en el principal objetivo terrorista por su fidelidad sin complejos a la España plural. Y no lo ha hecho. Por eso, siento decir que el más ultra de la investidura ha sido el propio presidente del Gobierno.

* Abogado