Primero fueron sus declaraciones al regresar del Vaticano. Ahora, en sesión parlamentaria, ha lanzado mentirijillas en tres ocasiones sin inmutarse, no sabemos si por desconocimiento puro y duro de las cosas que dice o si es que admira al pinocho camaleónico y quiere copiarle, convirtiéndose en su versión femenina a modo de una pecadorcilla de salón.