La madre del pequeño Gabriel Cruz, secuestrado y asesinado, es una víctima de la maldad humana, pero ha conseguido convertirse en la heroína y abanderada de la bondad y recordarnos que esta es, también, una de las cualidades que definen a las personas. Su generosidad, su fuerza y el amor demostrado la convierten en un ejemplo cívico que vale la pena detenerse y valorar.