Leemos y vemos por televisión (¡alegra esa cara, señor ministro de Sanidad!) cómo el Gobierno español y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no encuentran razones objetivas y de peso que hayan podido conducir a los organizadores del Mobile World Congress (MWC) barcelonés a suspender la cita de febrero. «No hay razón de salud pública que lo impida», dice el ministro Illa; y un alto responsable de la OMS añade que «con las precauciones adecuadas, este tipo de actos se pueden realizar. No hace falta asustar».

Asustar a la gente, ¿de eso se trata? ¿Es el miedo del personal qué iba a participar en el Mobile quien lleva a sus empresas y a la organización mundial del móvil -ese nuevo dios adoptado por los humanos de principios del XXI- a renunciar? Porque el miedo nunca se ha desplazado con tanta rotundidad. La epidemia, que sucede a 10.000 kilómetros, ¿asusta en Barcelona más que en el epicentro del virus? Es muy raro. Incluso aunque la concentración catalana pudiera atraer a unos 20.000 asiáticos, 5.000 de ellos chinos. ¿Es que toda China es un campo de concentración para 1.400 millones de personas?

El coronavirus, de funestas consecuencias, se ceba casi en exclusiva en la región china donde apareció. Los casos hallados en otros lugares del mundo son contados y, como vamos conociendo, rápidamente controlados. La rauda cancelación del acontecimiento en honor de nuestro más querido artefacto de mano, da qué pensar y, claro, de inmediato -sea de manera calculada o no- se deslizan sospechas. Fontaneros de la derecha soplan si todo no habrá sido una represalia por la tasa Google que quiere imponer el Gobierno Sánchez, o que Cataluña es un polvorín separatista «que nadie quiere alimentar».

Los que llegan con un traje mejor cortado, lo atribuyen a la guerra sin cuartel que USA ha declarado también a la China de Huawei y sus múltiples filiales, y a esa armada que se construye para «quedarse con el negocio mundial de información y datos», tal y como aventura el enorme desarrollo en Inteligencia Artificial (AI) que se viene dando en la tierra de los mandarines rojos.

Y como el que no quiere la cosa (puede ser casualidad, ojo) el mismo día que se anuncia la cancelación del Mobile, el gobierno Trump denuncia en un tribunal federal de Brookyn a Huawei por espiar y robar tecnología a seis firmas estadounidenses. Según La Casa Blanca, las empresas chinas «han puesto en marcha un esquema de crimen organizado en detrimento de la seguridad de EEUU». Sucede este ascenso en la batalla a todos los niveles del trumpismo contra la China pequinesa pocas fechas después de que Bruselas hiciera pública su determinación por apoyarse en empresas de todo el mundo para el desarrollo de su futuro tecnológico, equidistante, que no dependiente, de las otras dos potencias.

Casualmente es en medio de esta panoplia de acontecimientos cuando se suspende la cita catalana «por causa del miedo». Lo cierto es que se han echado a volar numerosos fantasmas aunque ninguno llegó a asustar de manera notable al ciudadano corriente tanto como a los directivos de un puñado de empresas -norteamericanas la mayoría- que decidieron irse.

* Periodista