Debe ser agradable pasear perros por Córdoba, dada la gran cantidad de personas que lo hacen a diario. Yo nunca lo hice por la ciudad y quizás sea esa la razón por la que no sienta afecto a semejante ejercicio. Muy al contrario lo valoro antiestético, antihumano y antisocial. Hace unos días oí a una señora paseante de perros, cuyo cuadrúpedo acompañante se había orinado en los quicios de la puerta y de la cochera de una casa, contestar al dueño del inmueble, que se le quejó del mal olor que dejaban los animales con sus excrementos: que se quejara al Ayuntamiento, que ella pagaba sus impuestos por tenerlos y que los perros también eran animales que tenían que hacer sus necesidades. Voy a exponer lo que siento:

a) Los impuestos se pagan por los ciudadanos, para atender los servicios sociales, la salud pública, la limpieza, etc.

b) Esta señora ni ningún otro ciudadano podemos tener licencia del Ayuntamiento para pasear perros sin límites de seguridad e higiene, y autorizar que los animales conviertan la ciudad en cuadras de bestias de labor, con la anti higiene que esto acarrea: pulgas, orines, excrementos, etc.

c) Igual que ella se acicalaría antes de salir a la calle, los paseantes de perros deben enterarse de si el can ha hecho la segregación corporal antes de sacarlo, y así evitaremos convertir las calles en meaderos y las papeleras en pozos negros, pues debiéramos pensar que los resultados bumerán de estas cagadas afectan tanto a familias desconocidas como a las propias.

d) Los perros son animales inteligentes además de buenos acompañantes, y al igual que aprenden y obedecen a sus dueños en ciertos ejercicios: traer pelotas lanzadas a distancia; pasar por un aro; oler la cacería y recogerla en el campo; etc, se deberían educar para hacer sus necesidades en casa.

e) Otra alternativa sería enseñarlos a depositar sus excrementos sobre las alcantarillas. Hace unos meses aparecieron unos grafitis en las calles con figuras de perros haciendo pis sobre ellas. Pienso que un adiestramiento colectivo en este sentido sería un bien positivo y tendría buena acogida por la sociedad.

f) Es penoso entrar en un parque o plazuela y recibir un bofetón a excrementos perrunos, cuando la intención va dirigida al descanso y a pasarlo bien, a contemplar las flores y a percibir su aroma, y no a sentarte violento en un banco sin poder soltar a los niños a su aire por temor a que pisen el césped y se llenen el calzado y el vestido de putrefactos excrementos.

Espero y deseo que, de lo expuesto en este pequeño artículo, al menos parte de él sea aplicado en nuestra conducta ciudadana en favor de la urbanidad y dignidad cordobesa, y que nuestros visitantes y turistas no se formen un concepto negativo del suelo que con tanto cariño cuidamos y regamos.

<b>Francisco Pinilla Castro. Cronista oficial de Villa del Río</b>

Córdoba