Como la alcaldesa siempre llega tarde al pleno, 40 minutos de media, quisiera compartir este rato de espera con algunas consideraciones sobre participación. Las sesiones de los plenos se emiten en directo por la Televisión Municipal con una sola cámara y sin sonido de ambiente. Lo que pasa entre el público asistente a los plenos ni se ve, ni se escucha. Desgraciadamente es frecuente que el público que protesta es desalojado por la policía por orden de la alcaldesa. Así acaban con la participación discordante apoyados por la mirada pasiva de sus socios podemitas. Este gobierno municipal practica una versión muy suya de la participación ciudadana, cuando le interesa y si se está de acuerdo con ellos. Cuando los gritos de los vecinos impiden el desarrollo normal de la sesión, la alcaldesa se va dejándonos al resto de concejales sin presidencia y despreciando al resto de asistentes. Como moderadora de las sesiones, es in?exible con el tiempo de exposición oral de la oposición, llamándonos continuamente al orden y negando la intervención por alusiones en la mayoría de los casos que la solicitamos. Shhhh…. Sisea a los concejales si los ve hablando entre ellos, nos quiere en silencio. La participación hay que hacerla siempre a su manera. A los pocos asistentes que aguantan un pleno completo, en su mayoría periodistas, habría que condecorarlos, por aguantar las tediosas sesiones, la mayoría sin interés local. Junto a ellos tenemos que aguantar mítines de horas de propaganda sobre las ventajas de los circos sin animales, los con?ictos internacionales, las ventajas de la lucha contra su versión del cambio climático en vez de solucionar los problemas reales de los cordobeses. ¿De verdad que esto es participación? Les encanta a nuestros responsables políticos socialistas hablar de alta política económica, de Trump y de los bene?cios de beber agua del grifo. No les dedican tiempo al cierre de nuestros museos, a la devolución de 1,2 millones de ayudas públicas sin usar, a la paralización de nuestros dos grandes espacios de congresos, al cierre del espectáculo nocturno del Alcázar ni a los baches de nuestras calles. Y sí, de todo se puede hablar. Pero, ¿cuándo toca hablar de los problemas reales de los cordobeses? ¿De verdad que esto es participación? Hay una orden inquebrantable de Isabel Ambrosio a sus concejales y a los de Izquierda Unida de no responder en el turno de ruegos y preguntas orales a una sola pregunta de la oposición. Nosotros preguntamos y no se nos contesta, y llevamos así ya tres años. Desprecian nuevamente la participación y la transparencia e ignoran al pueblo de Córdoba.

Ya nos gustaría que Ambrosio se tomara el mismo interés que ha mostrado montando mesas participadas por la inmatriculación de la Mezquita-Catedral, que preguntando a los vecinos de Córdoba por el cambio del nombre de las calles, la peatonalización de Ciudad Jardín o el corte del trá?co de Ronda de los Tejares. Me da un patatús cuando oigo a los del gobierno atribuir la culpa de su mala gestión al capitalismo. Dijo la teniente alcalde que no habían llegado al poder municipal cordobés a gestionar sino a hacer política. Después de tres años, se ve. Córdoba vuelve a liderar la triste estadística del paro, no somos destino para inversiones y hasta hemos bajado en turismo. Y me sumo al que llora por las esquinas por la pérdida de acciones culturales y el desastre de nuestra gestión turística. Ya no espero nada de la que dice ser la bandera de la participación ciudadana. Solo espero que el dinero de la caja del Ayuntamiento lo gasten con cabeza y participando con los vecinos. Ya llega la alcaldesa, les dejo, vamos tarde, como siempre.

* Concejal del Grupo Popular del Ayuntamiento de Córdoba