Que el paro es el primer problema que tiene la economía andaluza es una obviedad que no por repetida deja de ser cierta. Un problema que se repite EPA tras EPA, pues mientras que la media nacional ha bajado en la última encuesta hasta el 15,28%, Madrid está en el 11,86% y Cataluña en el 10,63% (economías regionales de nuestro tamaño), el mercado de trabajo andaluz sigue teniendo una tasa de paro del 22,85%. Además, la tasa de actividad, es decir, el porcentaje de población en edad de trabajar que está incorporada al mercado laboral, es sólo del 56,8%, dos puntos por debajo de la nacional y 4,2% por debajo de la catalana y casi 8,7% menor que la madrileña.

¿Qué pasaría si la economía andaluza tuviera las tasas de actividad y de empleo iguales a la media nacional? ¿Y si tuviera los mismos datos de Madrid o Cataluña? Los cálculos son sencillos y se pueden resumir en seis cifras. Si Andalucía tuviera las tasas de España tendría 133.000 activos más y 440.000 empleos más. Con las cifras de Madrid tendría 454.000 activos más y 510.000 empleos más, mientras que con las de Cataluña tendría sólo 302.000 activos más, pero 750.000 empleos más.

Lo significativo de este ejercicio es que cuantifica el número mínimo de puestos de trabajo a crear para empezar a pensar en una convergencia en renta con la media la nacional. Andalucía necesita crear unos 500.000 empleos más para ir reduciendo su brecha histórica. Como es indudable que no es posible crear esos 500.000 empleos en el Sector Público (entre otras cosas porque no habría quien soportara los impuestos para financiarlo y ya tenemos una administración pública sobrecargada) la pregunta es, entonces, cuántas empresas habría que crear o cuanto tendrían que crecer las empresas actuales, y si es posible hacerlo. Y la respuesta, por desgracia, es que es muy difícil que esto se produzca, pues en Andalucía el gen emprendedor no se valora (un porcentaje exagerado de jóvenes quiere ser funcionario), y a las empresas emprendedoras se les ponen trabas de todo tipo, pues nuestra cultura no ve el beneficio como legítimo y siempre considera al empresario como sospechoso. Mientras la sociedad andaluza no valore a los emprendedores y las administraciones públicas no sean más amables con las iniciativas empresariales, no se crearán los 500.000 puestos de trabajo que nos llevarían a converger en la renta media española.

Lo esperanzador es que nuestra situación no se debe a una crisis diferencial andaluza, pues Madrid y Cataluña tuvieron una crisis industrial más profunda a principios de los 80, mientras que han sufrido los mismos avatares que nosotros en la última crisis. Como tampoco tiene que ver con una arquitectura institucional diferente, pues el Gobierno Central es el mismo y nuestra Comunidad Autónoma no ha tenido menos competencias que las otras comunidades, ni hemos tenido un sistema de financiación diferente que el de Madrid y Cataluña (algo que sí se podría argumentar con el País Vasco o Navarra). Tampoco se puede aducir el peso de la Historia, pues en 40 años de democracia, los andaluces hemos sido responsables en gran medida de nuestra propia economía, la tasa de analfabetismo es (oficialmente) irrelevante, nos hemos dotado de capital público suficiente (infraestructuras) y hemos tenido una significativa financiación europea.

Quizás lo que hemos tenido, además de una cultura que desprecia o silencia, muchas veces por envidia, al emprendedor (¿cuántas estatuas tienen los empresrios? ¿cuántas medallas de oro de Andalucía se les conceden?) ha sido una política económica sectorial errónea y un exceso de presencia de los políticos en todos sitios.

Las tasas de actividad y de paro son síntomas de una economía y una sociedad enfermas. Pues un buen sistema educativo da como resultado un capital humano empleable y una buena política económica da como resultado un tejido empresarial que lo emplea. Curiosamente dos de las cosas sobre las que tenemos que pedir cuentas en los próximos días.

* Profesor de Política Económica. Universidad Loyola Andalucía