Está la primavera tan rara que el espíritu se predispone a la melancolía, ese estado anímico que dice la RAE que se caracteriza por la tristeza y el desinterés motivado por causas físicas o morales de poca importancia. La RAE tiene respuesta para todo, como la Biblia, tiene el don del consuelo porque sus definiciones se basan en el uso y la experiencia, por eso el otro día Pérez-Reverte le tuvo que llamar imbécil a un imbécil que se quejaba de una de las acepciones de la RAE sobre la palabra «república», que no se adecuaba a los deseos del citado imbécil. Pero no quería yo hablar de imbéciles, ni siquiera de la RAE, sino de la melancolía que produce esta primavera enmascarada, travestida en antipática madrastra que a la mínima te suelta agua a deshoras, camuflada detrás de ráfagas de viento, gruñona de granizos, brasero y desconsuelos. Conversábamos el otro día con una pizca acre de melancolía sobre cómo nos reconocemos cada vez menos en un mundo donde desaparecen nuestros referentes para quienes somos segundas o terceras generaciones de la cultura de las imágenes en movimiento. Se nos cayeron los esquemas a la hora de ver historias. Acudo con frecuencia a los archivos de la tele y me desespero al ver la poca vigencia de aquello que nos encandiló, y eso nos deja en un estado de orfandad desengañada al comprobar que los exponentes que nos identificaban eran demasiado simples, trampantojos que no ocultaban más de lo que mostraban. Me siento ante películas que hoy no resistirían el mínimo escrutinio de una exigencia mediocre. En efecto, somos huérfanos de nosotros mismos, los esquemas que nos alumbraron van desapareciendo ante otros a los que ya nos va costando engancharnos. No son mejores que aquellos que nos vieron despertar a todo, no quiero decir eso, si algo han ganado es que son más evidentes, más directos, que no tratan de engañar, y en el camino han perdido, respecto a los que nos amamantaron, que también son más evidentes, más directos, no tratan de engañar. La culpa de todo este batiburrillo de una tarde de lunes la tiene esta primavera imbécil con su mascarada impropia que solo consigue parir melancolías.

* Profesor @ADiazVillasenor