Por una ironía del destino, la reputada marca alemana Braun, conocida por sus máquinas de afeitar eléctricas, acabó hace unos años engullida por la multinacional americana Gillette, inventora de las maquinillas de afeitar con hoja, a las que Braun había querido desbancar. Dieter Rams, quien fue diseñador de Braun durante 40 años, está considerado el precursor de la estética Apple, a la que cae al pelo su eslogan «menos pero mejor». Hoy en día, a sus 85 años, es un gurú del diseño felizmente retirado, que en el 2003 resumió su pensamiento creativo en un decálogo de plena vigencia: 1. El buen diseño es innovador; 2. Hace el producto útil; 3. Es estético; 4. Es discreto; 5. Hace el producto comprensible; 6. Es honesto; 7. Es duradero; 8. Es minucioso hasta en su último detalle; 9. Es medioambientalmente amigable, y 10. Está lo menos diseñado posible.

Creo que vale la pena centrarse en el último punto, pues los anteriores son obvios e irrefutables. Textualmente Good design is as little design as possible. Si ponemos atención, este es el verdadero -aunque engañoso- catalizador de muchos productos con éxito. Esa apariencia simple, casi banal, esa rotundidad escueta, donde casi resulta difícil saber de qué se trata el objeto, ¿una radio multifunción, un electrodoméstico, un sintonizador?

Cuesta un buen rato encontrar los botones, si es que los tiene, pues como este mandamiento indica, mejor si los suprimimos por un comando táctil, que además es escamoteable y solo asoma cuando lo requerimos. Antes y después, lo mínimo. La nada. Pero decía engañoso, porque esa apariencia simple, requiere de un complejísimo trabajo de meticuloso diseño. La impoluta carcasa monomatérica anuncia austeridad, pero esconde tortuosa ingeniería. Y es aquí donde el punto 6 tiembla. Porque producto honesto según Rams, es aquel que no esconde nada, no promete ni más ni menos de lo que es. Como suele pasarle a los grandes talentos, se les acaba copiando su envoltorio, pero casi nunca la esencia.