Yo sé que mi pareja es el hombre que más me quiere en este mundo. Es de lo único que estoy segura. Me da continuas pruebas de lo pendiente que está de mí. Viene a donde esté, aunque le diga que prefiero estar sola. Si voy a salir, me pregunta siempre con quién, y me llama cada media hora para saber dónde estoy, qué hago y cuándo voy a volver. Conoce todos mis lugares y a todas mis amigas; incluso puedo quedarme a charlar con ellas hasta las once de la noche; sin desconectar el móvil, claro. Sí, me da toda la libertad que él quiere. Si le digo que voy a leer, me pregunta continuamente si ya he terminado. Como vivo con él, es normal que le pida permiso para hacer lo que sea. Yo también lo llamo, y le digo que estoy bien, que no se preocupe. Si él sale, nunca me atrevo a llamarlo para preguntarle. Si surge algún conflicto, me callo, porque no quiero discutir. Antes, cuando pensaba hacer algo que él no quería, discutíamos, y entonces se ponía serio y estaba así hasta que yo le pedía perdón por ser como soy, y le prometía que iba a cambiar; y así ha sido. Ahora, nuestra relación es una balsa de paz. Actuamos libremente cada uno en nuestras cosas. Él vive su vida y yo la suya. Me da toda la libertad para ir sola al médico, a gestionar cualquier papel, a comprar al supermercado, arreglar la casa o preparar la cena cuando vienen sus amigos. Estamos ya tan identificados que cuando se me ocurre hacer algo, lo miro y, sin decirme nada, sé si le va a gustar o no. Y por supuesto si no le va a gustar no lo hago. ¡Me resulta tan fácil relacionarme con mi pareja! Como sale con frecuencia solo, tengo más tiempo para mí. Entonces limpio a fondo la casa, puedo leer tranquila, voy al gimnasio, paseo por el parque y le traigo alguna sorpresa, para que cuando vuelva se sienta cómodo conmigo y con la casa. ¡Soy tan feliz así! No sé por qué las parejas discuten y quieren divorciarse. Con no hablar se arregla todo. Es fácil. Solo es cuestión de poner de mi parte. Guisarle lo que le gusta, plancharle la ropa y guardársela como le gusta, hablar lo que le gusta. Si estoy triste, me callo y ya está. Si quiero opinar algo que le moleste, me callo y ya está. Es fácil. Algunas amigas me dicen que me maltrata psicológicamente, pero eso no es verdad; son unas envidiosas.

* Escritor