No me pregunten cómo han llegado hasta aquí, pero la cuestión es que tengo en la mano una baraja con las papeletas de cada una de las treinta y cuatro candidaturas proclamadas para las próximas elecciones al Parlamento Europeo en España. Y me las sé de memoria. Ahí van: Iniciativa Feminista, Coalición por una Europa Solidaria, Partido Socialista Obrero Español, Alternativa Republicana, Centristas por Europa, Ahora Repúblicas, Contigo Somos Democracia, ADÑ (FE de las JONS, Alternativa Española, La Falange, Democracia Nacional), Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (Pacma), Solidaridad y Autogestión Internacionalista, Partido Comunista de los Trabajadores de España, Foro de Ciudadanos, Partido Humanista, Andalucía por Sí, Actúa, Compromiso por Europa, Movimiento Independiente Euro Latino, Izquierda en Positivo, PCPE--PCPC--PCPA, Unidas Podemos Cambiar Europa, Por un Mundo Más Justo, Movimiento Corriente Roja, Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, Lliures per Europa, Vox, Igualdad Real, Pirates de Catalunya--European Pirates, Volt Europa, Coalición Verde-Europa Ciudadana, Partido Popular, Recortes Cero--Los Verdes--Grupo Verde Europeo, y Extremeños Prexcrex.

Qué despilfarro de recursos. Me recuerda a la Gran Barrera de Coral, frente a la costa oriental de Australia: cuando llega la época de la reproducción, se produce el desove, una eclosión sincronizada que convierte el océano circundante en una densa sopa de óvulos y esperma.

Llevo horas barajando las papeletas como un adicto al juego con un puñado de naipes. Un hilo de sudor frío me recorre la espalda. Los músculos de los brazos y los hombros ya no me responden. Al menos no me responden a mí. Tan cansado, tan harto estoy de elecciones que ya no sé a quién voy a votar o si voy a votar. Y qué más da. Parezco inmunizado ante la política. El país entero es ya inmune a la política. Tan escarmentados y vacunados estamos ante el tremendo azote de la inestabilidad y la corrupción, que vivimos al margen de los gobiernos. En el fondo, eso no deja de ser una buena noticia. La sociedad civil termina autoorganizándose para sobrevivir.

Desidias y dudas aparte, la crítica situación de Europa requeriría un gran esfuerzo de todos para elegir partidos y políticos realmente convencidos y comprometidos en proyectos integradores que aporten a la construcción y sostenimiento de este pequeño milagro producto de la voluntad y el sueño de millones de europeos. Si chapoteamos en esa sopa de eslóganes y siglas, muchas se corresponden con proyectos hipócritas y oportunistas, que en el fondo buscan solo pescar en río revuelto, que quieren aprovecharse de una Europa débil para debilitar aún más a los viejos estados nación, como es el caso del nuestro.

Qué gran falta nos haría ahora mismo una Europa fuerte, una gran madre que nos abrazase y protegiese a todos en su regazo. Los ingleses procuraron, mientras se les dejó, ralentizar y sabotear un verdadero proceso de integración europea. Ellos jamás quisieron aceptar algo más que un mercado donde piratear, por eso propugnaron una ampliación desenfrenada hacia el Este con objeto de diluir y difuminar el ansia de unión política entre los problemas derivados de la diversidad social y económica.

Europa solo se salvará si tiene ese proyecto político verdaderamente integrador, si la mayoría de los europeos creemos en un futuro común y compartido. Si Europa, al estilo inglés, no es más que un océano donde piratear al vecino, estaremos a merced de China y Estados Unidos, y otros que andan al acecho y llegarán.

Hay quienes aún defienden la idea de que Europa es la reserva moral de la Tierra. Pero qué valor tiene eso ante un mundo controlado por superpotencias sin escrúpulos ni valores. Qué sabe China de libertades y derechos civiles y democracia. Qué quiere saber Estados unidos de la solidaridad entre los pueblos del Mundo. No servirá de nada pretender seguir siendo esa reserva moral, si perdemos el poder económico y político. Esa es la enorme papeleta que tenemos por delante.

* Profesor de la UCO