La región de Palestina fue parte del Imperio Otomano durante cuatro siglos, hasta la 1ª Guerra Mundial durante la cual el Imperio Otomano fue aliado de Alemania. Al término de la 1ª Guerra Mundial, en el Tratado de Lausana de 1923, el Imperio Otomano fue disuelto, su territorio dividido, quedando reducido a la actual Turquia

En junio de 1922 , la Sociedad de Naciones había establecido el Mandato Palestino a cargo de Gran Bretaña. Durante los 25 años que duró el mandato británico hasta 1947, el panorama demográfico de Palestina se transformó completamente: su censo creció de 725.000 personas en 1922 a casi 1.850.000 a finales de 1946.

Esta afluencia de ciudadanos judíos a Palestina es la que se relata en la película Éxodo de 1960 basada en la novela del mismo nombre de 1958, escrita por Leon Uris, que trata de la fundación del Estado de Israel. Fue un movimiento de la población judía del centro de Europa buscando un territorio y Estado propio para evitar una hipotética repetición de la persecución de los judíos ocurrida en la Alemania de Hitler.

En 1947, con una situación caracterizada por la violencia, Gran Bretaña delegó el problema de Palestina en Naciones Unidas. La partición del territorio en dos estados, uno árabe y otro judío, era contemplada por muchos estados como la mejor solución para la realidad que se estaba viviendo en ese momento

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la resolución 181 (II) que recomendaba la división de Palestina en tres partes: un estado judío, otro árabe y Jerusalén, bajo un régimen internacional.

Los Acuerdos de Oslo firmados en 1993 entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) establecieron una hoja de ruta. Fruto de ellos, se creó la Autoridad (Nacional) Palestina (AP), una figura administrativa autónoma que se encargaría de gobernar Cisjordania y la Franja de Gaza

El pequeño enclave costero de la Franja de Gaza es el hogar de más de 1,8 millones de personas, de las cuales 1,2 millones tienen estatus de refugiadas de Palestina. Su densidad de población es una de las más elevadas del mundo (más de 4.000 habitantes por km2).

Israel ha lanzado diferentes ofensivas militares sobre la Franja de Gaza, que han supuesto un deterioro de las condiciones de vida de la población palestina en general y de las mujeres en particular.

Entre diciembre de 2008 y enero de 2009 tuvo lugar la ofensiva militar israelí Plomo Fundido sobre la Franja que duró 3 semanas y dejó un saldo de 1.400 personas palestinas muertas y 5.000 heridas.

En noviembre de 2012 la ofensiva militar Pilar Defensivo dejó un saldo de 158 personas muertas, 1.269 heridas y 12.000 desplazadas en sus ocho días de duración.

Entre julio y agosto de 2014, Israel lanzó sobre Gaza una devastadora ofensiva denominada Margen Protector, que duró 50 días y produjo una destrucción masiva de hogares e infraestructuras civiles sin precedentes desde la ocupación de 1967. Resultaron muertos 1.492 civiles palestinos, dejando 1.500 niños y niñas huérfanos de uno o ambos padres, muchos ancianos solos y casi 800 mujeres viudas. Otras 11.200 personas resultaron heridas. Durante esta ofensiva, más de 151.000 hogares sufrieron daños y otros 18.000 más fueron destruidos.

A finales de 2015, sólo el 15% de las familias desplazadas había regresado a vivir a sus casas ya reparadas, de manera que unas 90.000 personas seguían desplazadas, un cuarto de ellas viviendo en los escombros de sus hogares dañados. Un tercio de la población adulta y la mitad de los menores de edad de la Franja sufren de estrés postraumático tras esta ofensiva.

Las restricciones a la exportación e importación de bienes y al movimiento de personas de la Franja de Gaza, así como a las limitaciones de acceso a las aguas territoriales para la pesca (6 millas náuticas frente a las 20 pactadas en los Acuerdos de Oslo) y a las tierras de cultivo impiden el desarrollo económico, desincentivan la inversión, aíslan geográfica y socialmente a la población, y perpetúan los altos niveles de desempleo, inseguridad alimentaria y dependencia de la ayuda generando un contexto de crisis humanitaria sin precedentes en la Franja de Gaza.

Más de 900.000 personas padecen inseguridad alimentaria y se estima que aproximadamente el 40% de la población gazatí vive en absoluta pobreza, con menos de 3,5 dólares diarios. La tasa de desempleo en la Franja de Gaza es del 41,5%, siendo particularmente alta entre las mujeres (63,6%). Por otro lado, la tasa de participación de las mujeres palestinas en la fuerza laboral es muy baja (19,4%) comparada con la tasa de hombres que alcanza el 71.5%. Además, muchos de los empleos a los que acceden las mujeres están en el sector informal, como agricultoras, costureras o vendedoras de alimentos, sin unas condiciones de trabajo dignas.

* Profesor jesuita