Llega un nuevo aniversario de la partida hacia la historia de nuestro querido y añorado Paco Sánchez, el de Lucía; fecha tan ingrata, que sin embargo me lleva a pensar en algo hermoso y entrañable; algo personal, y pido me disculpen por introducirlo en este mensaje, que solo tiene que ver con poner de manifiesto la medida en que echamos de menos a nuestro mejor genio flamenco.

Digo que, siguiendo la muerte de mi madre, hace bastantes años, cada vez que pienso en ella me viene una sonrisa a la cara... La sencillez, la honradez, la gracia y la valentía de aquella mujer andaluza aportó tanto a mi vida que siempre me produce alegría pensar en ella, aunque ya no esté aquí.

Me pasa igual con Paco...

Tengo de él un legado tan rico, tan profundo y sí, tan entrañable, que la alegría que me produce su recuerdo, no diría yo que supera --nada puede llegar a eso- pero al menos viene a paliar, la gran tristeza de haber perdido a la persona, al artista y a la promesa que aún encerraba ese otro andaluz valiente, enraizado, sensible, enamorao...

La lista de calificativos superlativos asociados al nombre de Paco de Lucía es tan extensa que sería muy difícil para mí añadir alguno nuevo, por más que sea justificado tratar de encontrarlo. Con seguridad, plumas mas sensibles y hábiles que la mía seguirán exponiendo sutilezas y ensalzando su figura en el futuro. Por mi parte, soy consciente de la enorme variedad de vertientes en las que su obra ha impactado al mundo; de experiencias que nos ha ido regalando en el curso de los años. Cada grabación que decidió ofrecernos era otro viaje en busca de nueva expresión, siempre causando sobresaltos a la afición, expectante, que descubría nuevas sendas a seguir, nuevos recursos para expresar, formas que antes no habíamos sospechado. Su exuberante virtuosismo le permitía hacer realidad todo lo que su mente soñaba, y ¡qué mente... Y qué sueños!

Aún así su trayectoria, tan bien documentada en los discos publicados, demuestra inquietud constante, reflexión continua. Si sus dotes musicales y su dominio técnico del instrumento eran asombrosos, legendarios y de todos conocidos, su compromiso con expresar su mejor verdad hacían que la técnica milagrosa, el dominio en la ejecución quedaran supeditados a facilitar esa función: a extraer y exponer la esencia, rozar las fibras más sensibles, hacerlas vibrar. La sorpresa era inevitable y constante, para públicos de todo el mundo así como para los aficionados comprometidos. ¡Qué bien lo dijo Manolo Sanlúcar: «Lo tiene todo... les encanta a los que no saben de esto y a los que saben, los vuelve locos...».

Pensando en él en estas fechas me he puesto a escuchar su última grabación, Canción Andaluza, cuya publicación desgraciadamente resultó ser póstuma; y al rato de escucharlo, ya algo «tocado», por la humildad, la «intimidad», la ternura, la belleza de la entrega, siento que me gustaría profundizar algo mas en el comentario de ese disco, pero no puedo extender demasiado la nota sencilla que quiero ya concluir. Puede que se presente otro momento.

Solo diría que este último disco de Paco viene quizás a confirmar lo que antes comentaba: que Paco no necesitaba amplificar con su total dominio técnico el impacto de sus ideas. Se basaba en su sensibilidad exquisita, en su finura y en su derroche de elegancia, hasta en las palabras, como en el mensaje póstumo a su íntimo amigo: «Félix, me hubiera gustado que escucharas este disco»... Y éste a su otro amigo: «Isidro, gracias»...

Quién podría emular a este genio? No puede ser... Pero presiento que la enorme sabiduría de nuestro querido Paco el de Lucía ya ha calado, o al menos está calando, en la conciencia de los guitarristas mas jóvenes. Creo que ya nos podemos sentir mejor que en aquellos terribles días después de la desgracia, hace cinco años...

* Guitarrista flamenco y compositor