Una vez más, Pablo García Baena llegó hasta nosotros, de la mano y de la palabra de José Infante y Rafael Inglada, para ofrecernos sus últimos poemas en el libro Claroscuro, presentado el pasado lunes en la sede de la Delegación de Cultura. Fue un acto sencillo, poblado de intimidades poéticas y de recuerdos personales del reconocido como gran maestro por varias generaciones de poetas españoles. La brisa intimista la puso Infante en su preliminar: «Con gran temor, rubor y cuidado escribo estas palabras que deben preceder a los poemas que Pablo García Baena escribió en la última etapa de su vida». Y el recuerdo de los últimos pasos del poeta surgió de las palabras de Inglada, exponiendo la historia breve pero intensa de los últimos poemas que Pablo escribiera, mientras sentía en lo más profundo de su ser la «claridad» de los caminos recorridos y la «oscuridad» de un futuro que su fe personal no eliminaba del todo, a pesar de haber vivido como un hombre profundamente creyente. Claroscuro se abre con un poema dedicado a Medina Azahara y se cierra con la majestuosidad de otro bellísimo poema, titulado Vísperas, dedicado al Ave María. Pablo exalta en sus versos la grandeza de la Virgen, mientras siente y vive el poder de una mujer, Madre de Dios y madre nuestra, para encomendarse a Ella, en la que «todas las criaturas se vuelven inocentes e íntimas». ¡Cuánta belleza literaria, cuánta magia poética, cuánto encanto en este libro que ve la luz cuando la primavera se acerca poco a poco, llamando a la puerta de una naturaleza renovada y fiel que aleja de nosotros la tristeza! En Claroscuro, la sorpresa de un poema dedicado a José Javier Rodríguez Alcaide, quien hace unos días lo comentaba en una Carta ilustrada al poeta cordobés, ensalzando su figura y «adjetivándolo» de nuevo hermosamente: «Pablo era contemplativo auténtico, contento de vivir y de dejar vivir, y se dedicaba a mirar dejando su mente vacía. En tiempo de luna nueva con toda seguridad era erudito, además de poeta, tras contemplar cielos y tierra». En la estantería del alma de Córdoba, Claroscuro, la claridad y la oscuridad de Pablo, fundidas en la blanquísima infinitud de la gloria.

* Sacerdote y periodista