Me llevo una sorpresa. Hurgando en la biblioteca de mis antepasados, me topo con los discursos de Cicerón. Es una traducción manuscrita, que vaya usted a saber de dónde vino. He visto mis años limpios, cuando se estudiaba latín, y la melancolía me ha tentado a ojear el libro. La sorpresa ha sido mayúscula. En la última página encuentro un discurso que no recuerdo haber traducido. Me he quedado tan absorto que, con mi polvoriento latín, lo traduzco para ustedes. Dice más o menos así: «¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar a este cínico trilero, que ha convertido en basura la política y los políticos, mentiroso y ruin, egocéntrico, brillante discípulo de aquel otro maestro cretino, marioneta de un gobierno para que, a la sombra de su idiocia, unos medrasen, y destruyese todo lo que tocaba? ¿Hasta cuándo esta humillación y su negrura? ¿Hasta cuándo tendremos que pagarle los frutos hueros de su mendacidad? ¿No habrá nunca manera de pedirle cuentas a tanto latrocinio con su estatus vitalicio? ¿Qué será de las generaciones nuevas ante este modelo de vacío y de estulticia? ¿Cómo podemos vivir entre tanta oscuridad, que crece como denso vaho de estercolero? Nos lleva a la ruina, nos precipita en su abismo, y ¿no habrá una voz, una moral, un freno para que no siga prosperando su niebla de inquina y de soberbia? ¿Hasta cuándo su cohorte de vanidosos y su guardia pretoriana, incubada en los desechos de los antiguos tiempos en que esperamos que el Poder era para promover la dignidad del pueblo? ¿Por qué nos engañamos tanto? De aquellos trepas de discursos lascivos, estos mequetrefes, alimentados desde imberbes para la mentira. Y en este hogar patrio que nos legaron nuestros antepasados, de nuevo la ruina, más vidas, ocultas en sus nichos, malviviendo, sacando picardía de la miseria, humillados ante un televisor que adoran; y cada generación, más extraviada en estos modelos de rostros cada vez más desdibujados por más mentiras y más corruptelas. ¡Qué tiempos! ¡Qué costumbres! Más alto el cargo de responsabilidad cuanto más inútil y sumiso se sea al Poder y sus aledaños». Hasta aquí el texto. No creo que sea de Cicerón, aunque, por lo que compruebo, entonces como ahora el poder crea monstruos para adocenar al pueblo, hasta dejarlo inútil y mostrenco.

* Escritor