Otra mujer asesinada en esta oscura guerra de la que volvemos derrotados cada día. Esta mujer es todas las mujeres que se han perdido y que se perderán en la triste historia de hipocresía con la que en cada palabra nos mentimos y mentimos a los demás. Parece ser que nos vamos acostumbrando a esa violencia; al menos, así es el efecto que produce el mirar para otro lado. Ya apenas encontramos un rumor en las noticias. ¿Tanto cuesta cumplir las promesas electorales? ¿Tanto cuesta impedir que un energúmeno acabe con la mujer con la que decía que estaba por amor? ¿Tanto cuesta evitar que una mente destruya a otra mente hasta suplantarla? ¿Por qué cuesta tanto responsabilizarse con la propia vida y la propia liberación? ¿Por qué no se asume el problema como un asesinato de toda una sociedad? ¿Nadie se responsabiliza de los demás y de sí mismo, de coger la liberad y la dignidad, y no engañarse, no dejarse llevar por la comodidad de entregarle a otro la vida, y que el otro decida por los dos? ¿Nadie se responsabiliza de no creer en las mentiras, de no caer siempre en la misma trampa, en la misma manipulación, en el mismo engaño, en la misma confianza? ¿Qué especie de atolondramiento egoísta nos lleva a seguir con esta lacra? ¿Por qué no se puede evaluar objetivamente un sistema educativo, un proyecto político, para que un problema no se enquiste en la sociedad hasta que nos anestesiemos la conciencia? ¿Por qué no dimite nadie que llegó al poder aupado con el señuelo de que iba a solucionar el problema? ¿Por qué tanta palabrería inútil? Sí, demasiadas preguntas que esperan y esperan las respuestas y acaban cayendo en la única respuesta: que otra mujer ha muerto, y otra, y otra, entre un sufrimiento silencioso, entre la mentira, la comedia, el vociferar del personaje que nos construimos a nosotros mismos, y tanto más gritar cuanto más queramos escondernos y evadirnos tras ese personaje. Pero la realidad, la inmensa realidad, es que siguen siendo asesinadas mujeres y mujeres, y las que no vemos cada día, ahora mismo, asesinadas o suicidadas en su cerebro, en su conciencia, en su aniquilación como personas, metidas en una vida vacía, que para su liberación sólo mira hacia su muerte. La noticia, la protesta, el sepelio y ya está. Y así otra y otra y otra.

* Escritor