Buenas noches a todos. «Ya se puede hablar español en los Oscar». Así habló el actor Diego Luna al subir al escenario durante los 91 Premios Oscar para presentar Roma de Cuarón. Tal vez por cosas como esta es por lo que los Oscar son siempre mucho más que cine. Seamos cinefilos o no, la realidad es que siempre, después de 90 años seguidos, la gala consigue ser mucho más que cine y este año no podía ser una excepción. El español entró de lleno en la gala hasta en tres ocasiones --luego sería el propio Cuarón al recoger su Oscar y más tarde Bardem al presentar en español el premio a la mejor película en lengua extranjera--, lo que nos hace pensar que nuestro español ya nunca abandonará el Dolby Theatre. ¡Apuesten algo! !Qué absurda paradoja que el español gane cada vez más adeptos en el mundo ante la realidad de los millones de hablantes que somos y algunos se nieguen a hablarlo en una esquinita del país!...No sé, tal vez habría que llevarlos de paseo por el mundo.

Los Oscar esconden siempre sutiles, o no tanto, reivindicaciones de todo tipo y además lo hacen bajo el paraguas del glamour, de la sofisticación, ya sea atrevida o vanguardista, lo cual es muy de agradecer para quienes pensamos que es perfectamente posible ir sobre tacones y enfundada en un vestido ceñido sin ser una rancia y además ser de lo más reivindicativa en clave feminista. ¡Ya está bien del tan sesgado pensamiento, demasiado frecuente entre mi género, de «sí eres rubia eres tonta» y «si llevo flequillo tazón y no me pongo tacones soy el adalid del feminismo»! Estereotipo absurdo y machista.

Precisamente esta gala tuvo una clave --quizá la más importante-- en la forma y en el fondo, que fue la lección que nos dió de ¡Abajo los estereotipos! Billy Porter los rompió con un genial esmoquin de terciopelo negro con una falda voluminosa y Charlize Theron, la que dijo eso de «¡Me enorgullece decir que soy una jodida feminista!», llevó un soberbio Dior azul, teñida de morena, con una espalda de vértigo tan sensual como para algunos poco feminista. Lo mejor de todo, ya de fondo fue, cómo no, la película que ganó: Green Book, ma-ra-vi-llo-sa --léanlo parándose en cada sílaba--. El mayor y más fantástico himno a la lucha contra los estereotipos... ¿Se imaginan en los años 60 un negro rico y refinado, con un chofer blanco «italomacho» recorriendo la América del Sur más profunda? Pues sí, y si ellos --la historia es real-- lo consiguieron, ¡cómo no vamos a superar nosotros cualquier absurdo estereotipo! No juzguen a nadie, sean felices y si aún no la han visto, vayan a verla.

* Abogada