Esperaba con expectación el Concierto de presentación por la Orquesta de Córdoba de su nueva temporada 2018-2019, que representaba también el debut oficial en el podio del nuevo director titular, Carlos Domínguez-Nieto, que en comparecencias previas --la presentación de la temporada a los abonados antes de que nos enterásemos por la prensa, un detalle, y su reunión abierta y receptiva con los Amigos de la Orquesta de Córdoba-- nos había impresionado favorablemente por su entusiasmo, su cálida cercanía, su pasión por la música y su conocimiento de lo que tiene entre manos. «Esto promete», nos decíamos con fundada esperanza ante una nueva temporada que, además de suponer el regreso al Gran Teatro, presenta una programación variada, imaginativa y llena de propuestas que dinamitan la rutina y el conservadurismo. Como por ejemplo, atreverse con la cuarta sinfonía de Bruckner, estremecernos con la Pasión según San Mateo de Bach, sacudirnos con La consagración de la primavera de Stravinski, reencontrarnos con sinfonías tan memorables como la Patética de Tchaikovski y el Nuevo Mundo de Dvorak, rescatar un sainete lírico sepultado en los archivos de la SGAE titulado ¡Viva Córdoba! o el retorno por una noche del añorado Manuel Hernández Silva como director invitado. Sin olvidar la apuesta por recursos musicales cordobeses como la Orquesta Joven, los coros de Ópera y Ziryab y los cantantes Auxi Toledano, Pablo García López y Javier Povedano. Valgan como botones de muestra.

El concierto de presentación no solo respondió a las expectativas que había despertado --se repitió también el domingo-- sino que las rebasó. El nuevo director Carlos Domínguez-Nieto se mostró jovialmente comunicativo al comentar el variado programa del día, a base de Copland, Dvorak, Turina, Bach, Valverde, Toldrá y Tchaikowski, más la propina de un vibrante huapango mexicano. Cautivó por su forma de dirigir con batuta, iluminado por un foco cenital, mecido por la música y enseñoreado del podio a pecho descubierto, es decir, sin atril ni partituras, pese a lo cual mostró mucha seguridad y mimo al marcar e incluso acariciar las entradas, fruto de un trabajo intenso y muy profesional. Según testimonio de algunos profesores, ya en la calle, el nuevo director les había hecho trabajar mucho pero se mostraban encantados con el resultado y la buena acogida.

El concierto, interpretado sin interrupción, mereció una de las más largas ovaciones que se le han dedicado a la Orquesta, con muchos asistentes puestos en pie que quisieron así subrayar el cambio a mejor. Algunos nos mirábamos en el teatro Góngora preguntándonos si aquella era nuestra Orquesta de los últimos años. El concierto tuvo la guinda de un emotivo gesto humano: tras recibir el protocolario ramo de flores Domínguez-Nieto bajó al patio de butacas para ofrendarlo, emocionado, a sus padres y a una de sus hijas, que no se habían querido perder el debut en Córdoba.

El director también tiró de las orejas, con buen humor, a los asistentes rezagados y a los que no saben vivir sin el dichoso móvil y lo encienden a cada instante en pleno concierto, distrayendo al respetable con las pantallitas luminosas. Un signo de que se toma la música muy en serio y así lo entendió un público que ni tosió, envuelto en la magia de la noche. Creo que la nueva Orquesta de Córdoba con su director Carlos Domínguez-Nieto al frente nos va a regalar muchas veladas para no olvidar.

Cuando volví a casa busqué en spotify algunas de las páginas que acababa de escuchar. Una de ellas la Obertura fantasía de Romeo y Julieta de Tchaikovsky dirigida por el mítico Karajan. Ni punto de comparación con el directo, que nos había embelesado. A muchos melómanos de sillón que se conforman con el sucedáneo de las grabaciones les animaría a seguir a esta nueva Orquesta de Córdoba que, por lo demostrado el sábado, merece agotar los abonos que aún queden libres, pues tenemos una Orquesta para disfrutar, no la desaprovechemos. Y con la unión y apoyo de todos reclamemos, como siguiente conquista, un Auditorio para la música, señora alcaldesa.

* Periodista jubilado. Miembro de la junta directiva de Amigos de la Orquesta de Córdoba