Ciudadanos y Vox, dos partidos emergentes de centro derecha, han conseguido buenos resultados, tal vez, de los desencantados del PP. He ahí la típica división, que, por orgullo y vanidad de los tres partidos, le ha dado el poder a las izquierdas. Ellos, Ciudadanos y Vox, dicen que han ganado, y el PP ha perdido. Pero, ¿qué han ganado los unos y perdido el otro? ¡Nada! Al final, quien ganó, fue el PSOE.

Ahora, Ciudadanos y VOX están eufóricos, más orgullosos que nunca y más vanidosos que nunca, pero, si siguen así, que no canten victoria, ya que el pez grande, en este caso, el PSOE, un partido experto en propaganda política y atrincherado en la Moncloa con todas sus garras y tentáculos de poder, se comerá al chico, y después llegará el llanto y crujir de dientes, experimentando, tanto Ciudadanos, Vox y PP, un gran horror por haber perdido la gran oportunidad de ir juntos, y no separados. Y, por esa tragedia de derrotados, sufrirán desesperanza y desmoronamiento. ¿Ese es vuestro orgullo y vanidad por vuestra hazaña?

Y refiriéndome al perdedor, Pablo Casado, del PP, todos hemos podido comprobar los terribles caminos abruptos, pedregosos y espinosos que tuvo que soportar en su larga trayectoria de político. Expongo algunos: las propias trabas de los suyos --sorayistas, cospedalistas, aznaristas, marianoistas, celiavillalobistas y tránsfugas--; la moción de censura de Pedro Sánchez, que se la puso en bandeja Rajoy, cogiendo, Pedro Sánchez, el poder, tras el apoyo Frankenstein; sus triquiñuelas y sus decretos, repartiendo dinero, dádivas, prestaciones y subvenciones, para conseguir votos cautivos, de amén, de reata y prisioneros; su convocatoria de elecciones, tras presentar unos presupuestos a sabiendas que no se los aprobaban, descolocando a todos sus adversarios. Y, lo más grave en democracia, la propaganda nazigobeliana, tan bien manejada por el PSOE, creando el miedo a las tres derechas. Por todo ello, ocurrió lo que ocurrió: el divide y vencerás fruto del orgullo y vanidad de la desunión.