No les voy a comentar la película británica que dirigiese Joe Wright sobre la novela de Jane Austen, que seguro ya conocen por su belleza y mensajes, sino que dedicaré estas líneas, con permiso de ustedes a los prejuicios que tenemos sobre la diversidad. Les adelanto que me encanta la diversidad, sobre todo en este mundo de monólogos y de visiones etnocéntricas de la cultura. Defiendo la pluralidad, ya sea de ideas, de razas, de modas, de lenguas, de culturas, de religiones, de ideologías... Y si pueden contaminarse y mezclarse, mucho mejor. Creo que todo forma parte de la misma naturaleza y que de todo podemos aprender, y todo nos enriquece. Con el límite evidente de las libertades individuales y de los derechos humanos. Y por eso, todo lo respeto, como quiero que me respeten a mí.

Y digo esto hoy, precisamente que celebramos el día del orgullo gay, o jornada internacional de los colectivos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, que conocemos como LGTBI. Se conmemora este año el 50 aniversario de las redadas en Stonewall, en el barrio neoyorquino de Greenwich Village que tuvieron lugar tal día como hoy, y supusieron el comienzo de una lucha por reivindicar la igualdad de todos, cualquiera que fuesen sus opciones sexuales.

Venimos de la noche oscura de los prejuicios ciegos, de la raza pura, de los dogmas absolutos, de las imposiciones que llevaron al dolor y al sufrimiento de muchas personas. Venimos de ese agujero negro de nuestra historia, donde 15.000 homosexuales llenaron campos de concentración nazis con sus triángulos rosa, donde se les aplicó la Ley de Vagos y Maleantes en el franquismo, que consideraba la homosexualidad y la bisexualidad, tanto masculina o femenina, no solo pecaminosas sino además delito y enfermedad. Aún numerosos países condenan penalmente o aíslan socialmente a quienes manifiestan otras opciones de su libertad sexual. Qué hubiera sido de nuestra cultura y muchos de nuestros iconos, que se levantaron sobre la sensibilidad y el talento de tantas personas que hoy llevarían esta etiqueta.

Reivindicar hoy, no la «tolerancia» sino el derecho a la diversidad, es reclamar las libertades individuales como eje central en los derechos civiles, es poner el respeto a la dignidad y a la libertad de la persona como base de la convivencia, por muy distintas o minoritarias que puedan ser sus opciones. Me gusta la bandera con los colores del arco iris, porque siempre están cuando el sol vence y deslumbra la tormenta. Como ya fue dicho, sé siempre quien eres y di siempre lo que sientes, porque a aquellos a quienes les molesta no importan, y a quienes les importas no les molesta.

* Abogado y mediador