Los frikis, como un servidor, están de enhorabuena. No solo ya está admitida esta palabra por la Real Academia (un friki o friqui es aquel «extravagante, raro o excéntrico», toda persona «pintoresca» o que «practica desmesurada y obsesivamente una afición», sino que, además, el 25 de mayo se celebra el Día del Orgullo Friki. ¡Qué maravillosa forma de culminar una semana tan especial para los «desmesurados» y «obsesivos» de la ciencia ficción y la fantasía!

Así, la madrugada del lunes terminó Juego de Tronos con un episodio emitido, por primera vez, simultáneamente para 200 países. Un hito en la historia de la televisión. Mañana por la noche acabará casi de la misma forma la serie cómica que más ha enaltecido la cultura de esos sabiondillos con tan mal encaje en la sociedad: es el último capítulo de Big Bang Theory. El sábado, como ya se ha dicho, será el Día del Orgullo Friki y el domingo, elecciones, que viene a ser la máxima fiesta de la democracia y... del friki político.

¿Qué no es correcto unir ambos términos, «friki» y «política»?

Bueno, yo he visto maniobras y puñaladas traperas más sangrientas entre los partidos políticos y en el interior de los mismos que en Juego de Tronos, que a fin de cuentas su línea argumental principal no es más que la lucha por el poder.

Y respecto a Big Bang Theory, ¿no se ha dado cuenta de que el político en campaña electoral vive el lanzamiento de sus mensajes con una total «desmesura» y «obsesión», palabras que precisamente definen al friki? Hasta en cierto modo un candidato en campaña se aísla de la sociedad, como esos personajes de Big Bang. Más aún, se da una paradoja: el tremendo trabajo que realiza en campaña electoral el político para acercarse al ciudadano, cuando lo que realmente tendría que hacer para aproximarse al pensamiento del español medio sería... dejar la política, una actividad que no interesa al 80% de la población.

Y además, no me negarán que hay mucho de ciencia ficción y fantasía en las promesas electorales, en la incertidumbre de los resultados de las urnas o en los análisis que hacen los partidos políticos la noche electoral, en la que todos se confiesan ganadores.

Ya estoy deseando ver la noche del domingo el último capítulo de la temporada, que empezó con los comicios andaluces en diciembre y que tuvo un emocionante episodio de elecciones legislativas.

Me he enterado de encuestas internas que manejan los partidos para la Alcaldía de Córdoba que a unos les dan 9 concejales, 8 a otros por un puñado de votos de diferencia, mientras... ¡Ay, disculpe! Perdóneme. No le voy a «hacer spoiler». Que si no el episodio final pierde emoción.