El canadiense Steven Pinker, uno de los ensayistas más influyentes del panorama intelectual, desde lo que se ha dado en llamar ‘Nueva Ilustración’, defiende el postulado de que el mundo actual es un lugar mejor que lo fue nunca en la historia de la humanidad, basándose en datos empíricos de lo acontecido en el mundo de las ciencias en los últimos 50 años, donde hemos desarrollado unos avances considerables.

Este catedrático de psicología cognitiva de Harvard, autor de una obra de enorme repercusión titulada ‘Los ángeles que llevamos dentro’, es el impulsor de una corriente de pensamiento que es tendencia, por su carácter positivo, que está convencido que el avance humano es imparable, que muestra una actitud positiva ante los retos del futuro, ante los que no hay que amilanarse, sino que por el contrario piensan que cualquier tiempo pasado fue peor, y que por lo tanto, el futuro siempre será mejor que todo lo que hemos conocido hasta ahora.

Los nuevos optimistas están convencidos de que las sociedades liberales y de la globalización, son las mejores posibles, donde todo irá a mejor, aunque los agoreros de hoy se nieguen a ver la realidad empírica que demuestra que la hipótesis del optimismo ilustrado es el paradigma que finalmente acabará por imponerse.

Es el mundo mejor que defendió Popper en su tiempo, aunque a veces no tengamos la sensación de que sea así, que contrarresta a los pesimistas de siempre que se acorazan en un fatalismo, que no propone nunca alternativas, salvo el de quejarse de todo en todo momento. Hay razones más que suficientes para el optimismo, si la humanidad sigue la senda de los ideales de la Ilustración basados en la defensa del binomio razón/ciencia y humanismo. Si el mundo nos parece que va de mal en peor, lo que hay que hacer es marcarse metas que sean alcanzables a medio y largo plazo, luchar con ahínco contra la corrupción desde la democracia, mejorar las pensiones, la igualdad de oportunidades en la educación, la sanidad de excelencia, la prosperidad social y la paz.

Como a Voltaire, con su ‘Candido’, ha sido acusado de ingenuo, al sostener que este es el mejor de los mundos posibles, cuando en realidad defiende la salud sobre la enfermedad, el conocimiento frente a la ignorancia, la seguridad con más derechos, el disfrute de la naturaleza y la cultura, el trabajo y la familia, en definitiva la felicidad compartida. A estas ideas se oponen quienes están en el lado oscuro de la historia, como los llama Pinker, que no son otros que los autoritarios, los demagogos populistas y los nacionalistas tribales, que son quienes alientan el miedo y los prejuicios de la ciudadanía, cuando los optimistas abogan por una democracia deliberativa entendida como sistema de contrapoderes por la que los gobernantes deben rendir cuentas cada cierto tiempo y estar sometidos a deberes y a limitaciones. Es la manera de prevenir las dictaduras y totalitarismos.

Finalmente, Pinker nos sugiere que si no podemos ser optimistas del todo, al menos que seamos posibilistas serios. Confiando en que estamos dotados de un cerebro positivo por inteligente que desde el esfuerzo continuo se opone a toda ignorancia y estupidez humana, siempre que sea incentivado para la creatividad. Entonces ¿a qué viene tanto lamento?

* Profesor de Filosofía