Llevamos casi dos meses viviendo en una situación excepcional donde está en peligro nuestra salud, y en la que se ha producido, como consecuencia del decreto del estado de alarma una limitación de derechos y libertades fundamentales que ninguno pensábamos que tras la Transición pudiera producirse. El colapso del sistema sanitario, el confinamiento, las consecuencias laborales del paro en la actividad empresarial y profesional, las carencias sociales provocadas ha impulsado una ola de unidad y solidaridad de los ciudadanos en una especie de cadena de favores, ayudando y colaborando económica o personalmente con quien más necesitaba. Y ello, sin necesidad de que mando alguno político, sindical o empresarial lo dijera, sugiriera o decretara. Ha sido algo impulsivo, conscientes todos de la necesidades que se producían.

Sin embargo, esa unidad social no se ha dado en el ámbito político, como hubiera sido, no sólo lo deseable, sino lo responsable. Después de más de 7 semanas de confinamiento, el Gobierno habla ahora de cogobernanza, cuando debió desde el minuto cero establecer un cauce constante y directo de comunicación con las distintas fuerzas políticas y los gobiernos autonómicos y municipales para mantenerles permanentemente informados de las medidas que pudieran tomarse, teniendo en cuenta previamente las propuestas e indicaciones de éstos. Se hubiera ahorrado críticas constantes no sólo desde el sector político, sino también desde el sanitario, periodístico, turístico, laboral, etc, por la falta de material, de transparencia y verdad. Inteligente hubiera sido haber actuado como un gran equipo capitaneado por el que gobierna, llevando a España realmente a los primeros puestos en la gestión mundial de ésta crisis, mantenido y relanzado la imagen y marca España. Pero no, el egocentrismo del Gobierno del tándem Sánchez-Iglesias resta a su actuación ‘profesionaldidad’, credibilidad y solvencia. Y también es cierto que la oposición, y sobre todo la derecha, ha perdido otra oportunidad, como la que dejó pasar en la lucha conjunta contra el independentismo, para exigir conjuntamente al Gobierno, entre otras cosas, transparencia y verdad en cada actuación que realiza en las compras de material, contrataciones urgentes a empresas con dirección desconocida y relacionadas con paraísos fiscales, en la designación de expertos en cuyos informes el Gobierno decide sobre la limitación de nuestros derechos y libertades, en el desarrollo estructural de ministerios con nuevos nombramientos engordando la administración pública y el gasto correspondiente, etcétera. Porque en eso, PP, Ciudadanos y Vox están de acuerdo, incluso ERC y JxCat, pero votaron distinto en la última prórroga únicamente para distinguirse. Perfectamente legitimos los argumentos de unos y otros, deben abandonar el sentimiento partidista de querer diferenciar su voto del resto, y el argumento simplista de que su voto, sea el que fuere, pueda coincidir con el que más alejado esté ideológicamente y ser utilizado por el contrario; pura niñería en momentos de crisis sin igual. Si les une parte de la irregular y muy mejorable actuación y gestión del Gobierno, pierden la oportunidad si no lo hacen de una forma unitaria, porque esto no va de ideología, sino de salud, trabajo, democracia y verdad. Dejen unos y otros, todos, por una vez sus intereses partidistas, no pierdan más oportunidades, si no son capaces de ello, dejen paso a otros. Los ciudadanos hemos dado ejemplo de unidad y solidaridad, y es lo que exigimos a los políticos, porque es su máxima responsabilidad.

* Abogada