Hoy, 12 de noviembre, celebramos el Día de la Iglesia Diocesana, con el lema Somos una gran familia contigo». En palabras del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, «una jornada para darnos cuenta de que pertenecemos a la Iglesia universal en una Iglesia particular o diócesis, la diócesis de Córdoba». El prelado subraya que «esta Iglesia, fundada por Jesucristo, que tiene como alma el Espíritu Santo y como Madre a María Santísima, está formada por todos sus miembros como parte activa, que afronta sus obras como propias y su sostenimiento como una obligación lógica. La Iglesia hemos de mantenerla entre todos, cada uno según sus posibilidades. Con nuestra aportación económica, con nuestra colaboración de voluntariado, con nuestra oración incesante, con nuestro servicio a todos los niveles». El obispo señala, asimismo, algunos datos estadísticos de gran interés --el 95,5 por ciento de la población en Córdoba es bautizada católica--, así como el número de sacerdotes, de seminaristas, de religiosos y religiosas, al servicio de esta Iglesia diocesana. Por su parte, José Luis Vidal Soler, ecónomo diocesano, ha ofrecido el amplio capítulo de gastos e ingresos, expresión de la responsabilidad de los fieles, que es atendida por los administradores de los bienes eclesiásticos mediante la transparencia en la gestión del patrimonio. «Para profundizar en el ámbito de la transparencia», subraya José Luis Vidal, «la diócesis ha implementado el denominado Portal de Transparencia en nuestra página web». Pero la onomástica de la Iglesia traspasa los ámbitos estadísticos de personas y cifras, para adentrarse en lo que constituye su verdadera riqueza. expresada admirablemente en estos pensamientos de Henri de Lubac: «Por lo que a mí respecta, me atrevo a decir que si la Iglesia no fuera lo que pretende ser, si no viviera esencialmente de su fe en Jesucristo, no esperaría a que me decepcionara en sus logros humanos para separarme de ella. Si Jesucristo no constituye su riqueza, la Iglesia es miserable. Si el Espiritu de Jesucristo no florece en ella, la Iglesia es estéril. Su edificio amenaza ruina si no es Jesucristo su arquitecto y si el Espíritu Santo no es el cimiento de las piedras vivas con que está construida. Toda su doctrina es mentira si no anuncia la Verdad que es Jesucristo. Toda su gloria es vana si no la funda en la humanidad de Jesucristo. Su mismo nombre nos resulta extraño si no evoca inmediatamente en nosotros el único Nombre que les ha sido dado a los hombres para que alcancen su salud». En su carta pastoral, el obispo de Córdoba deja bien claro cuáles son los objetivos prioritarios de nuestra diócesis: «El campo de la familia y de la vida, el campo de la educación y de la transmisión de la fe, el campo de la atención a los pobres, que son el tesoro de la Iglesia». Felicitemos hoy a la Iglesia diocesana con nuestra mejor colaboración y nuestra oración incesante.

* Sacerdote y periodista