En estos días de vuelta al cole de chavales, chavalines y chavalotes, no dejo de darle vueltas a la vieja polémica del adoctrinamiento en las aulas, de cuando la escuela se usa como instrumento para crear valores no solamente éticos, sino políticos. Me barrunto yo que muchas veces estos intentos de adoctrinar y contra-adoctrinar en la escuela no dependen tanto de las máximas autoridades políticas como de muchos responsables intermedios, ansiosos de quedar bien y lucirse ante sus jefes. «He hecho una circular con la que se obliga a que desaparezca no solo los Reyes Católicos del libro de texto de Historia, sino todos los Trastámara y media dinastía de los Austrias», diría uno ufano. «El próximo año, por fin se reconocerá que la Rana Gustavo nació en esta comunidad autónoma», presumiría otro ante el responsable al mando. Que ya se sabe: un político ocupado con falsos problemas y pegos es un político mucho más manejable por los aspirantes a quitarles el cargo.

Y así, en lugar de un gran pacto por la educación (tan reclamado por todos como igualmente esquivado con excusas), se ha pasado a tener «en los últimos 10 años 1.700 normas jurídicas. Hay cientos de decretos, órdenes, circulares... Hemos entrado en un delirium tremens», afirmaba recientemente Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) denunciando hasta «mecanismos bastardos» para que los libros «digan lo que ellos quieren y no lo que la ciencia dice», y llegándose este año a confeccionar 51.530 versiones de ediciones distintas para el curso 2019-20.

Pero se nos olvida que los niños son mucho más listos y duros de lo que parecen. A ver si me explico con un par de ejemplos. En Cataluña, los periodos de crecimiento y descenso de los partidarios de la independencia se han venido produciendo en la misma proporción tanto para los que fueron al colegio viviendo aún Franco como los que estudiaron con el sistema educativo de Jordi Pujol. De hecho, si tan influyente fueran los libros de texto en cada época, y por pura definición, ¿algún español de más de 55 años votaría otra cosa que no fuera algo franquista? ¿Habría existido la Transición y se habría aprobado la Constitución? Pues no, porque en nuestros libros de texto España era «una unidad de destino en lo universal», y punto.

No son pocos los expertos que señala lo inmoral que son los intentos de adoctrinamiento en la escuela, pero, sobre todo, lo ridículo que es creer que ésto es posible. La capacidad de un escolar de aprender y absorber conocimientos es tan asombrosa como su facultad para olvidar aquello que le conviene y de arrinconar en su cabeza conceptos cuando llega el momento, aunque se les haya metido con calzador. Los escolares son más críticos e inteligentes de lo que queremos suponer y también de lo que demuestran algunos responsables educativos. Aprendamos esa lección de los niños.