Hace tiempo me referí en esta columna al olvidadero del parque urbano de El Arenal siguiendo una acertada reflexión que le oí al compañero de redacción Florencio Rodríguez. Y es que cuando en Córdoba hay un problema lo primero que se nos ocurre es mandarlo a El Arenal. Es el olvidadero de la ciudad, usando aquel término de la Historia Interminable.

Que nos aparece un avión en el Aeropuerto... pues a El Arenal. Que no sabemos qué zona habilitar para no ver cómo hacen botellón nuestros jóvenes... a El Arenal. Que hay que tolerar un sitio para la prostitución callejera, reubicar un mercadillo dominical, dejar que cientos de familias organicen sus barbacoas nocturnas en verano o acoger conciertos, festivales o encuentros multitudinarios ya sean del PCA, motoristas o de caravanas... ¡A El Arenal!. Hasta pienso que el inconcluso estadio de fútbol se resituó en el parque para olvidar al mismo estadio... Y a veces hasta el propio fútbol (entiéndanme la ironía de forofo). Hasta la fiesta de Santa Litrona se trasladó a El Arenal esperando olvidar las vergonzosas escenas que se producían o que los estudiantes se olvidaran de la fiesta, que fue lo que al final ocurrió.

Pero sin duda, a quien le viene como anillo al dedo este carácter olvidadizo de El Arenal es a la Feria de Córdoba, para la que principalmente se creó esta explanada semiurbanizada. Y es que, aunque el exalcalde Andrés Ocaña (cuánto lo echo de menos en lo personal) dijo que el modelo de Feria de Córdoba es precisamente éste, con casetas públicas, semipúblicas, privadas y privadísimas, hay muchos que no tienen claro si este modelo sirve de fiesta para nosotros mismos y para el turismo.De hecho, no sé cómo se lo montan de bien los sevillanos que son capaces de vender su feria y atraer a cientos de miles de turistas a una fiesta tan poco pensada para el foráneo, ya que luego ningún turista puede entrar en casi ninguna caseta. Pero ahí los tienen. ¡Qué bien lo venden! En Córdoba, sin embargo... No sé. Quizá sea porque en Sevilla tienen presente su feria todo el año, sin olvidaderos.