Las consecuencias económicas de la pandemia han venido a dar la puntilla a una situación económica depauperada que ya venía produciéndose años atrás. Córdoba ha apostado por un desarrollo económico, centrado principalmente en el turismo, los servicios y la construcción, duramente golpeados por la covid-19. Analicemos brevemente estos tres rubros.

El turismo cordobés, aún en sus mejores momentos, deja escasas pernoctaciones, ya que suelen ser visitas a la Mezquita-Catedral casi siempre de ida y vuelta desde otros destinos cercanos. Como máximo se producen una o dos noches de estancia alargando la visita a Medina Azahara, Casco Histórico, algún museo y poco mas. Los niveles de consumo también suelen ser menores, centrados en compra de artesanías, filigrana, cafés y máximo tapeo y una comida. Con las restricciones de movilidad y la bajada drástica del número de visitantes, tanto los hoteles como bares y restaurantes han visto muy mermada su actividad, cerrando muchos de ellos o manteniéndose bajo mínimos, reduciendo en gastos de personal para poder sobrevivir.

El sector servicios va tocando fondo. Centenares de pequeños comercios han ido bajando sus persianas. Allá donde había dos o tres personas empleadas, se prescinde de la mitad para reducir gastos y llegar a fin de mes, muchas veces solo para pagar impuestos y nóminas. Los taxis han visto disminuir drásticamente sus ingresos, sin turismo y poca movilidad de la población cordobesa. Se consume menos, nos movemos menos, salimos menos, tenemos menos ingresos o mayor incertidumbre, y todo ello hace que bajen las cifras de negocio en nuestra ciudad.

El sector de la construcción, ha repuntado levemente a pesar de la pandemia, pero sus datos no son tampoco para tirar cohetes. La población de la ciudad sigue disminuyendo año tras año (cierto que en poco número de personas), pero la necesidad de nuevas viviendas también tiene un tope de demanda. Contamos con suelo para ampliación de nuevas construcciones, pero la demanda sufre un leve estancamiento que frena las inversiones de las constructoras. Si no crece la población no van a crecer por mucho mas tiempo las nuevas construcciones.

Por todo ello, seguir colocando los huevos de nuestro desarrollo económico en la vitalidad de los tres sectores citados es poco menos que suicida. Las autoridades locales no cuentan con un Plan Estratégico de Desarrollo de la Ciudad, que permita analizar en qué punto estamos y qué tendríamos que hacer en los próximos 20 años, de cara a garantizar una estabilidad económica que permita el sostenimiento como ciudad. El cortoplacismo político no se lleva bien con los diseños de ciudad a medio y largo plazo.

Dicho Plan Estratégico deberá contar con el apoyo de la Diputación Provincial, la Junta de Andalucía, el Gobierno Central y la Unión Europea, que está apostando por la consolidación y sostenimiento de las ciudades intermedias (como es Córdoba) en detrimento de las mega-ciudades. Los planes estratégicos no deben tener color político, es decir, no pueden pertenecer a unos partidos en el gobierno, sino que son asumidos por toda la corporación actual y las siguientes, gobierne quien gobierne en cada momento y actualizando las prioridades en cada legislatura. Creo que si no hacemos algo serio en la línea indicada, el ocaso de Córdoba como ciudad está garantizado a medio plazo. Es hora de tomar decisiones de calado, por encima de los intereses de partido, a no ser que la apuesta sea la de gobernar la miseria.

* Experto en Relaciones Internacionales y Cooperación.