La casa de espiritualidad Betania, regentada por las religiosas de Jesús Nazareno, con sus 50 años de existencia, repletos de recuerdos y de vivencias, se ha convertido, sin duda, en uno de los oasis de espiritualidad en Córdoba. Surgió el proyecto, allá por el año 1963, con dos concretas finalidades: Acoger el noviciado de las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno y señoras que lo necesitaran por sus circunstancias. Luego, llegaron los cambios, de la mano de los tiempos nuevos, hasta convertirse en una de las casas de espiritualidad con las que cuenta la diócesis de Córdoba. En palabras de la actual superiora, Josefa María Márquez, es «una casa abierta a todos los que deseen vivir unos días de retiro, de silencio y de paz, individualmente o comunitariamente». Ciertamente, Betania recibe, acoge, sirve y cuida a tantos grupos como desfilan a lo largo del año. Estos días pasados, hemos celebrado 48 horas con Cristo, un grupo de personas que, con motivo de la cuaresma, dedicamos dos jornadas a la oración, al silencio interior, a la reflexión, al examen de conciencia y a la conversión a Dios. No todos los tiempos son iguales. El de cuaresma es un tiempo especialmente relevante para los cristianos. Ha tenido y sigue teniendo un hondo significado: reconstruir y consolidar los cimientos y los pilares de nuestro edificio espiritual. La secularización de la sociedad y el debilitamiento de la fe en amplios sectores han motivado que palidezca la vivencia genuina de la Cuaresma en la conciencia de nuestras gentes. Sin embargo, sigue con la misma vigencia y actualidad que en otras épocas. La cuaresma, a lo largo de los siglos, ha sido y debe ser, una escuela para la formación del hombre, para liberarlo de sus cadenas interiores, sombras y pasiones, unificándolo y fortaleciéndolo en su vida cristiana con la escucha de la Palabra, la oración viva y sosegada, el ejercicio decidido de obras de caridad y misericordia. Las personas que hemos participado en estas 48 horas con Cristo, hemos saboreado la paz de Betania, la acogida de las religiosas, el espíritu de esperanza y de fe que destila la casa, sus salas, oratorios y jardines.

* Sacerdote y periodista