Veo cómo te maltrata ese hombre. Veo cómo sufres y bloqueas tu libertad, pensando que él ya ha cambiado y tú eres la que fallas. Te comparas con otras y dices que no puedes liberarte. Te anulas hasta en lo que piensas sobre tu realidad. Él no ha cambiado, y tú lo sabes bien; tú eres la que cambias para poder seguir viva en ese sufrimiento, y por eso te animas con que las cosas puedan algún día arreglarse. ¿Tan lejos vives ya de la que eras cuando lo conociste? Te veo cada noche en tu río de lágrimas, arrinconada tras él en una cama; arrinconada en tantos días en un piso, en un supermercado; en una cola y otra cola, doliéndote los pies, doliéndote la espalda. ¿Has apuntado cuántos kilos de bolsas transportas en un año, cuántas horas perdidas en siempre hacer lo mismo, en cómo subes la montaña de ropa tras tantas lavadoras, tras tanta plancha; cuántas desesperanzas, humillaciones, silencios sin ternura? ¿No guardas en tus manos la esclavitud del retrete que frotas, de cuántos kilómetros cuadrados de suelos y platos has fregado? ¿No recuerdas tantas soledades, insomnios, esperas sin respuesta? Haz una lista de recuerdos, mirándote a ti misma. Porque yo sólo veo las gotas minúsculas de tu sangre tras cada indignidad. Veo cómo te destrozas el alma tras tu cuerpo, negándote hasta de tener conciencia de ti misma. Por eso yo siempre te diré que no estás sola, que te entrego todas mis palabras para llenarte todos tus vacíos, y tienes mi corazón para encontrar tu corazón. Anímate a ser la dueña de ti misma. Que ni un minuto más te sustituya él para meterse en ti y enajenarte. Regresa a tu conciencia. Tú solo serás libre cuando vivas más allá del tiempo y el espacio que te impone. Vete a la salida. No temas partir hacia la plenitud de tu infinito y tu horizonte. Coge la libertad de ver lo que te pasa, y así no seguirás en ese abismo. Tú eres la víctima; no colabores más con él para juzgarte y condenarte. Te necesitas viva, tú y nunca más ausente. No dejes nunca más que te quite los sueños de ser y de existir. No le permitas más el irte de ti misma. Regresa. Es él quien nunca ha estado en tu persona. Vete sin culpa, porque no hay nada que le debas. Su fuerza es la que tú le das si temes liberarte. Sé libre, pues nunca estarás sola si estás contigo misma.

* Escritor