Mi amigo Alberto Monterroso, doctor en Filología Clásica, y autor de obras como La Córdoba de Claudio Marcelo y El emperador impasible, ha publicado recientemente una detallada biografía sobre el cordobés más universal, Séneca. El libro se titula Séneca, la sabiduría del imperio. Se enmarca en el interés por el resurgir del estoicismo político y el republicanismo cívico en exigir un compromiso activo de los ciudadanos para mejorar la sociedad que queremos. El senequismo es tendencia y es actualidad.

El autor se pregunta qué es lo que realmente nos aporta Séneca hoy, dos mil años después. El profesor Monterroso nos presenta en su obra un Séneca múltiple, retórico y político, orador de la era imperial, ministro y senador, que permitió frenar y reprobar los impulsos autoritarios de Calígula y de Nerón, entre otros emperadores tiránicos.

En la Córdoba del tercer milenio, Séneca sigue siendo un perfecto desconocido para la mayoría. Este libro es la llave que nos permite acercarnos a su figura de una manera amena y profunda.

Son muchos quienes entienden senequismo como una filosofía de la resignación y del fatalismo. El estoicismo de Seneca estaría en las antípodas y debe entenderse como forma de vida que siente el deber cívico de participar, como una autoexigencia personal de carácter moral. Séneca luchó denodadamente contra la corrupción de una política no ética, abogó por respetar las leyes por encima todo, apoyó la emancipación de las mujeres y la libertad de expresión frente a los demagogos populistas. En su larga trayectoria, que le permitió convivir en Roma con varios emperadores, no buscó satisfacer la sed de poder y menos aún la vanidad que nunca sintió como buen estoico que predica con el ejemplo.Considera desde su moderación inteligente que las tiranías son un camino equivocado y perverso para la convivencia entre iguales y libres que serían el ideal de una sociedad y un gobierno justos.

El estoico cordobés tuvo desde su juventud un verdadero interés por la política, fue objeto en la teoría y en la práctica de una pasión intelectual, y no como algo accidental, influido por la figura de su padre, Séneca el Viejo. El triunfo póstumo de su legado histórico filosófico es haber hecho posible que su pensamiento influyera en los grandes políticos emperadores como Trajano, Adriano y Marco Aurelio, imbuidos de la filosofía política de la clemencia y del buen gobierno.

Séneca ha gozado de admiradores desde Descartes hasta María Zambrano, lo que nos muestra que su pensamiento sigue hoy vivo. Estamos ante un retrato moral, histórico y político que recoge con sumo detalle sus orígenes familiares en Córdoba y como pensador y hombre de acción. Séneca de nuevo, ayer y hoy.

* Profesor de Filosofía