Con la formación del nuevo gobierno socialista ha habido, como no podía ser de otra manera, opiniones para todos los gustos, pues sabemos que en la materia política son respetables todos los criterios, y todos y cada uno de nosotros tenemos el derecho de pensar de manera distinta. Por ello, no me parece mal que el Sr. Pérez Azaustre, del que soy habitual lector, en su columna del pasado día 9 de junio elogie el nombramiento de los ministros cordobeses, Carmen Calvo y Luis Planas, y rememore una experiencia por él vivida cuando el asesinato del magistrado Francisco Tomás y Valiente, estando ese día en un examen de la asignatura que daba la nueva vicepresidenta del Gobierno. Lo que le censuro es el final de su artículo cuando de manera visionaria asegura: «Lo importante: las mujeres son mayoría no por su género, sino por un criterio de capacidad, prestigio y mérito. Como debe ser». Parece como si el columnista hubiese participado en el escrutinio seguido para encontrar esas «capacidades y méritos» de todas ellas. Pienso que lo más sensato sería esperar a ver los resultados de sus gestiones para luego calificar, no vaya a ser que luego tengamos que rectificar lo tan alegremente dicho. En una cosa tiene razón, la Sra. Calvo ya tiene un «prestigio» reconocido desde que dijo aquello de que «el dinero público no es de nadie», y que ahora en la toma de posesión se ha superado con lo de «Consejo (y Conseja) de Ministros y de Ministras». Vaya papelón.