En diciembre del 2008, Nicolas Sarkozy propuso una cumbre mundial para «refundar el capitalismo». Tuvo la vacuidad habitual de las grandes proclamas solemnes. Pero nueve años después el capitalismo ya no es el que era. Las heridas de los bancos siguen sangrando por la crisis financiera que provocaron, excepto en los países que decidieron darles créditos a un interés favorable, como ocurrió en la España de Rajoy. Y sangran porque ya hay al menos un par de generaciones que han superado la fiebre consumista de antaño. Los menores de 30 años, con mayor o menor poder adquisitivo, se han liberado de las dos grandes cargas financieras de sus predecesores: la vivienda y el coche, que en muchos casos han dejado de ser de compra para ser de alquiler. Pagan por el uso pero no por la propiedad. Esta tendencia castiga a las empresas tradicionales de automoción y de promoción inmobiliaria y abre posibilidades de negocio a los nuevos intermediarios digitales, desde PepeCar a Airbnb, que basan su competitividad en la agilidad tecnológica pero también en los vacíos legales. Expresiones como economía circular, economía colaborativa o block chain forman parte del lenguaje coloquial de los menores de 30 años, y no solo de los antisistema.

Uno de los ámbitos más visibles de esta nueva economía es el comercio. Las recepciones de las empresas están repletas estos días de la paquetería de las tiendas virtuales que envían sus pedidos a los lugares de trabajo de sus clientes. La antigua venta por catálogo vio crecer este año el 35% la demanda durante la campaña navideña. En ciudades como Madrid ya se han popularizado las mail box en los principales intercambiadores del transporte público, donde los clientes del comercio electrónico recogen sus pedidos de camino a casa o al trabajo. Esta economía tiene unos parámetros diferentes, con indicadores invisibles en las optimistas estadísticas oficiales y en los pesimistas estudios de la nueva precariedad social. Hay quienes no ingresan lo que necesitan, pero también hay quien ha decidido necesitar menos para alienarse menos.

* Periodista @albertsaezc