Ya el solo hecho de que la mayoría de los ciudadanos estemos dudando qué va a pasar el día 1 de octubre respecto a Cataluña, y qué tipo de sentencia judicial será evacuada o dictada indica mucho sobre la clase de país en la que vivimos. Un país, que, como en la abadía de Thélème descrita por Rabelais, en su frontispicio puede leerse «Haz lo que quieras». Todos los gobiernos anteriores y presentes, desde Adolfo Suárez hasta Pedro Sánchez, pasando por Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy son culpables de lo que está pasando, ha pasado y pueda pasar. Ellos y sólo ellos, con sus tejemanejes con los independentistas vascos y catalanes, con sus dobles discursos cuando convenía, con su inacción y su cobardía, serán los responsables. Los ciudadanos de la calle, aquellos con los que hablamos todos los días en todas partes, no pueden creer lo que ven, y ven a un par de regiones que llevan actuando desde hace décadas por libre, como si el estado, como si España, no fuera con ellos, donde la presencia de las instituciones y los símbolos de todos es mínima. Ahora se da el caso de que el presidente de una comunidad autónoma no está actuando como funcionario del Estado, que es lo que es, sino como jefe de un territorio semi independiente que vierte todos los días desafíos, comentarios falsos y manipulaciones contra España. Y el Gobierno, los gobiernos anteriores y los que se adivinan, no hacen ni hicieron nada, si acaso solo envolverse en los articulados legales como si a la rebelión, a la sedición, a la conspiración y al descubierto prototerrorismo se les pudiera combatir con leguleyos. Y será a partir del 10 de noviembre (como lo ha sido antes también a nivel de colaboración necesaria) culpa de todos nosotros si votamos o seguimos votando a quienes sabemos que van a escurrir el bulto y van a seguir mareando una perdiz cuya sola presencia les causa un complejo de inferioridad tremendo a la vista de que no son capaces de pillarla por el cuello. Hiciera falta reeducar a toda aquella sociedad en la verdad histórica y cortar de raíz los medios en los que se asientan los traidores. De una vez.

* Escritor