Parece ser que insistimos en repetir la historia. Ayer fue D. Juan Carlos de Borbón y Borbón, que como Jefe de nuestras Fuerzas Armadas, tuvo que intervenir públicamente ante los medios, para «frenar y desactivar» el primer golde Estado que intentaba romper con nuestra democracia. Cosa que logró, granjeándose el cariño de los españoles y el reconocimiento internacional. Hoy compete a su hijo, nuestro Rey Felipe VI, quien como Jefe de Estado debe dirigirse a la nación, directa o indirectamente desde el Hemiciclo soberano de Congreso de Diputados, para garantizar la estabilidad nacional, puesta en grave peligro, al culminar ese progresivo «golpe (de Estado) a la Unidad de España» y a su Carta Magna (de la que venimos disfrutando desde hace ya 40 años) de parte de unos traidores e irresponsables políticos, «atrincherados» en los sillones de la Junta de Cataluña, es decir de la Generalitat. Ha llegado nuevamente la «hora Real». Y hay quien sostiene y aun duda diciendo: ¿para qué sirve la figura del Rey? Precisamente para esto, para solventar críticas situaciones donde desembocamos «con frecuencia» nosotros los españoles, garantizándonos la unidad y la estabilidad para España y con ella Europa. ¡Gracias Majestad!