Tomar la decisión de llevar a nuestra madre a una residencia fue lo más difícil y doloroso de nuestra vida. La llegada el primer día fue terrible: el camino, la situación, la sensación de abandono de nuestra madre, los miedos y el pensar en no haber tomado la decisión correcta nos perseguían. Esto duró poco porque, al ver la calidad humana de todas las personas que trabajan allí, esos miedos fueron desapareciendo. Consideramos que nuestra madre, hasta que ha fallecido, ha estado en las mejores manos que podía estar. Queremos agradecer a todo el equipo de trabajadores los cuidados, el cariño y el celo que habéis tenido con nuestra madre y con todos los residentes y por estar siempre atentos a celebraciones y fiestas para que los mayores se sientan en su casa.

Queremos resaltar vuestra política de cercanía con las familias y ese estilo de residencia abierto y participativo que posibilita que nuestros mayores se sientan cada día cuidados y queridos. El recuerdo de vuestro trabajo, energía, amabilidad y dedicación siempre estará en nuestra memoria y perdurarán eternamente en nuestro corazón. Sinceramente, gracias.