En pocos días empieza nuestra Cuaresma, el olor a incienso. Llegan los certamenes de bandas, con sus trajes de gala, para darlo todo con el sonido de los metales y demas instrumentos, esas marchas tan nuestras, Saeta, Esperanza Cordobesa, Jesús Caído... entre otras, compuestas por nuestros compositores como Gámez Varo, Gámez Laserna, Bedmar, Rafael Wals... entre otros. Nuestras bandas, Caído y Fuensanta, Cristo de Gracia, Esperanza... entre otras, todas las que tenemos cuando suenan sus instrumentos, escuchando el sonido de sus metales sonando al cielo cordobes mientras Jesús y su madre lo escuchan desde el cielo viendo el paso de nuestras Hermandades, Borriquita, Rescatado, Esparraguero, Caído... entre otros, esa comitiva con sus nazarenos, músicos, costaleros, mantillas, penitentes pasando por nuestra Mezquita, por esas calles estrechas, hay que disfrutarlo. El capataz da las ordenes para que el paso pase y disfrutemos viéndolo, con ese crujir de la madera, hay que oirlo, ¡silencio! Esa nube de incienso envolviendo el paso, ese olor entre incienso y azahar y nuestras mantillas con sus mejores trajes y su rosario en mano. El capataz llama a la trasera, se hace el silencio escuchando sus palabras, una dedicatoria a alguien que no puede estar presente, a algun ser querido que ya no esta, suena el llamador, dice el capataz, ¡a esta es! se levanta el paso: silencio, ¡ahí quedó! H

<b>Rafael Sousa Díaz</b>

Córdoba