N o hay día sin nuevas denuncias contra el presidente de EEUU, Donald Trump, por su conducta impropia e incluso presuntamente delictiva. En pocos días se han conocido varios casos y quienes los han hecho públicos han sido personas de su entorno que habían trabajado en su círculo más próximo. Su exabogado Michael Cohen se ha declarado culpable, implicando así al multimillonario, de haber violado las leyes sobre la financiación electoral durante la campaña que le llevó a la Casa Blanca. Se trata del pago de sumas importantes de dinero a dos mujeres para que mantuvieran la boca cerrada sobre sus supuestas relaciones con Trump. El mismo abogado se declara dispuesto a colaborar en la investigación sobre la trama rusa que desde siempre ha sobrevolado sobre esta presidencia republicana. Paralelamente, el exjefe de campaña del mandatario Paul Manafort y figura relevante en dicha trama era declarado culpable de varios delitos por fraude. Pocos días antes, una excolaboradora de Trump publicaba un libro en el que retrataba su racismo, misoginia y cortedad intelectual. En todos los casos, Trump ha respondido con insultos; sin embargo, poco a poco se va desvelando su absoluta indigencia moral. Hasta ahora, Trump ha logrado surfear todas las acusaciones, pero el trabajo de la justicia es siempre lento. La pregunta que se plantea es si la ola acabará engullendo al presidente.