Córdoba vive este fin de semana «noches de ilusiones y emociones». Anoche, en Puerta Nueva, tuvo lugar el pregón a la Virgen del Carmen, la fiesta carmelitana por excelencia, organizado por la hermandad de Nuestra Señora del Carmen, Santo Escapulario y Ánimas benditas del purgatorio, san Simón Stock y Venerable Orden Tercera, que tuve el honor de pronunciar. Y esta noche, la procesión del Año Jubilar del Sagrado Corazón, en la que irán la imagen de San Hipólito, la imagen del Arcángel San Rafael, con salida de la parroquia de san Andrés, y la Virgen de los Dolores, desde san Jacinto. En la esquina de la calle Capitulares con Diario de Córdoba se formará el cortejo único que se dirigirá a la Catedral, donde se celebrará un acto eucarístico, presidido por el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández. Este domingo, en el cerro de los Ángeles, se renueva la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, «un acto de piedad, alejado de cualquier manifestación política o nostálgica, pero que tiene consecuencias a nivel pastoral, evangelizador y social», en palabras del obispo de Getafe, Ginés García Beltrán. Anoche, la hermandad de Nuestra Señora del Carmen abría su programa festivo para el día 16 de julio, con el pregón ante la imagen de la Virgen del Carmen, que tuvo como escenario el espléndido altar mayor, decorado con los cuadros barrocos de Juan de Valdés Leal, la joya artística de la iglesia y una de las mejores composiciones del barroco andaluz. Domina el retablo el gran lienzo de la Asunción de Elías, llevado por los carros de fuego, uno de los temas preferidos por la Orden del Carmelo. Como pregonero, centré mis palabras palabras en tres hermosas invitaciones: primera, a contemplar el Monte Carmelo; segunda, a contemplar a los carmelitas; tercera, a contemplar a la Virgen del Carmen, la Señora del lugar, como la invocaban los primeros ermitaños carmelitas. A lo largo del pregón, quise evocar las más dulces voces teológicas y poéticas en torno a María: la de san Simón Stock, a quien Nuestra Señora le entregó el hábito y el escapulario, de cuyos labios brotó esta plegaria: «Flor del Carmelo y Viña florida,/ resplandor del cielo, Virgen fecunda y singular./ ¡Oh Madre tierna! Da a tu Carmelo vida y consuelo...». Y quise evocar también en mi pregón, uno de los dos hermosos poemas que el poeta andaluz Rafael Alberti, dedicó, desde de la orilla de sus sentimientos más nobles, a la Virgen del Carmen. He aquí algunos versos: «Mi barca sin timón, caracolea/ sobre el tumulto gris de los azares./ Deje tu pie, descalzo, sus altares,/ y la mar negra, verde pronto sea./ Toquen mis manos el cuadrado anzuelo/ -tu escapulario-, Virgen del Carmelo,/ y hazme delfín, Señora, tú que puedes...». Como broche final, no podían faltar los dos bellos símbolos del Carmelo: «La nubecilla y el escapulario», con la letra final del canto carmelitano: «El barco del Carmelo reza y canta,/ al hacerse a la mar del nuevo día,/ y en su mástil por vela se levanta,/ el santo escapulario de María». Anoche, en Puerta Nueva, comenzaron estas noches de ilusiones y emociones. Hoy, la procesión jubilar del Sagrado Corazón. Noches que esperan ese nuevo amanecer de un mundo nuevo y una sociedad mejor, por más humana y por más cristiana.

* Sacerdote y periodista