Hace unos días, salió en la tele el candidato del Partido Popular andaluz criticando a uno del PSOE que por lo visto se había gastado dinero público en un «Puti Club» (usó este término, que yo lo escuché). Fíjense que no voy hablar de ese que con pasta andaluza destinada a la Formación lo que hacía era calmar sus ansias sexuales. No cabe comentarlo porque la evidencia no precisa ser demostrada y esa actitud despreciable no merece más debate (bastante le caerá en los juzgados penales y con su pareja). Pero sí que me llamó la atención la terminología usada por el Sr Juanma Moreno para denominar esos sitios como «Puti Clubs» a través del mayor medio de comunicación como es la televisión. Porque esos antros oscuros no son ningún club de Tenis, Golf o Mus al que están los pijos tan acostumbrados. Esos sitios son otra cosa muy vergonzosa donde se dan la mano la exclusión y la delincuencia. Por ello creo que el candidato del mayor partido español de centro derecha utilizó una terminología retrograda y frívola para con los sufrimientos que acarrea la prostitución en los Centros de Esclavitud Sexual de las Mujeres. Denominar a esos lugares como Puti Clubs nos hace cómplices del martirio femenino porque colaboramos a través de la conceptualización como clubes de putas en la normalización social de tan denigrante actividad justificando que ahí hay mujeres que no hay que respetar porque son de dudosa honorabilidad ya que voluntariamente venden barato lo que ellas mismas más valoran; y pensar así es tan triste como injusto. No duden que todo ese mundo es forzado incluso aunque en algunas no lo parezca. Y más aún hoy que casi todas estas chiquillas proceden de países del Tercer Mundo. A nadie se le escapa que hoy como ayer --pero incluso quizá hoy más que ayer- esos sitios son sobre todo Centros de Sufrimiento porque son lugares donde ellas --y solo ellas-- entregan lo más sagrado de sí mismas por pura fuerza mayor a través de una especie de violación encubierta de un consentimiento viciado por el miedo o la necesidad. Repito, no son putas sino víctimas de la deshumanización varonil. Por ello me impresiona semejante error del candidato de un partido democrático de primera línea. Como las urnas no entienden de barcos sino solo de matemáticas, yo no sé si lo hizo para captar el voto retrógrado que es muy numeroso. Si fue por eso, es una pena que la educación machista siga siendo la reina de la fiesta incluso en la democracia. Y si fue un lapsus de terminología equivocada de otra época, pues que salga y rectifique que a tiempo está. Hay que desterrar esa forma de hablar. Insistir en ella es como resistirnos a cambiar lo que tantos siglos ha estado mal.

* Abogado