Estamos ante el precipicio. Y no suena el mambo. Ni es divertido. Puigdemont está por una DUI que acabará de quebrar Cataluña. El gobierno del PP no entiende lo que ocurre y quiere tomar las riendas del autogobierno. La ANC y Òmnium llaman a tomar la calle... Y, ante el abismo, sigo preguntándome, ¿por qué no una moción de censura? PSOE, Podemos y los nacionalistas. Juntos, desalojar al PP del poder con el único objetivo de iniciar el diálogo y pactar un referéndum en el horizonte. ¿De veras alguien cree que la mayoría de Cataluña se conformará ahora con menos?

Es posible que esta moción de censura condene, en las siguientes elecciones, a Podemos y PSOE a la oposición. Es posible que el PP siga arrasando la convivencia para sumar votos y desviar la atención de sus pecados (los mismos del PDECat). Es posible todo eso. Pero, también, que la izquierda, inspirada en el Pacto de San Sebastián, aparque sus luchas por un tiempo y demuestre que hay otro modo de gobernar y, sobre todo, que existe otra España dispuesta a avanzar en la convivencia. Quizá no es lo mejor para la estrategia electoral del PSOE, seguro que obliga a renunciar a Podemos a parte de su ideario, pero no hay más. Ni siquiera hay tiempo. Si esto continua, nuestra democracia no sobrevivirá. Y siempre se puede buscar una figura de consenso que lidere el período de transición hasta las próximas elecciones. Por la ciudad de Madrid, quizá encuentran a una mujer.

* Escritora