Sé que no han pasado aún 100 días del nuevo gobierno en coalición, pero ya no me resisto a manifestar el desencanto del Gobierno presidido por Sánchez que en su investidura hacía un alegato a la oposición de avenirse a la moderación y al progreso. Sin embargo, eso que le pide a la derecha no lo aplica a su Gobierno, con más número de ministerios de la historia democrática y por consiguiente con más cargos políticos y asesores con lo que conlleva eso de gasto público, que como diría alguno de Podemos, «se le está robando a la ciudadanía trabajadora», pero ni mu; eso sí, el chófer de Abalos pasa a ser consejero de Renfe. Sánchez nombra Fiscal General del Estado a su exministra de justicia, sin unanimidad del Consejo General del Poder Judicial, y nombra presidenta de la Agencia EFE a quien trabajara en la Secretaría de Estado de Comunicación en el Gobierno de Zapatero, que sustituye al periodista cesado, que ha manifestado que «la agencia pública de noticias no es una agencia de noticias del Gobierno». Tanto la justicia como la agencia pública de comunicación se «politizanchea». Queda el Gobierno de Sánchez sometido a las mal llamadas reuniones de estado y mesas de negociación impuestas por los independentistas, hasta Rufián se presenta sin cita previa en Moncloa, y le llaman diálogo. Proponen la reforma del delito de sedición con rebaja de penas y con carácter retroactivo para beneficiar a los políticos condenados, y lo llaman progreso. Como también consideran progreso el aborto y la eutanasia, como si el derecho fundamental a la vida no tuviera ningún valor, y lo peor, promocionando ambas actuaciones que matan la vida, en vez proponer políticas para evitar embarazos no deseados y tratar a los enfermos con dignidad y calidad. No se da ningún tipo de explicación en la única sesión de control al Gobierno y se resta importancia a «la crisis diplomática que Abalos evitó», como también se resta valor a las mentiras o medias verdades. Se justifican para actuar así, contra todo lo que en campaña dijeron que no harían, y ahora hacen, diciendo que no recibieron el apoyo de la derecha no teniendo más remedio que buscar y someterse a la imposición de los independentistas. La responsabilidad siempre de otro, autocrítica nunca. Y encima, el Gobierno pide a todo el arco de la oposición que estén calladitos y que tengan moderación, e irónicamente les tiende la mano, ¡pura palabrería!. Aunque hayan subido las pensiones, los salarios de los funcionarios y el salario mínimo, ¡ah! y también el sueldo de todos los políticos, hay otros trabajadores y empresarios que no están calladitos y que se dan cuenta de que se atiende a unos pocos y a ellos, más necesitados, no. Son los autónomos, los pescadores, los agricultores, los ganaderos, los de la España vaciada. Estos no quieren subvenciones ni menos peonadas, quieren prestaciones sociales iguales a los de un funcionario y precios justos para sus productos y servicios. Su fuerza está en que empresario y trabajador van de la mano y juntos se manifiestan. A ellos no se les puede callar, con ellos no vale la charlatanería ni parloteo del Gobierno, porque ellos, son gente de Palabra.

* Abogada