Es incomprensible que una vicepresidenta del Gobierno, en funciones, que representa a todas las mujeres y hombres de España, se apropie ella y su partido de la defensa e igualdad de las mujeres y diga que el feminismo es socialista, siendo un derecho fundamental de todas. Colaboradores y periodistas de este periódico y otros medios le han recordado que el origen del feminismo está en la defensa que hicieron las sufragistas, mucho antes del nacimiento del socialismo, y que este, en España, en la II República no defendió precisamente los derechos de la mujer. Por ello, resultan aventuradas, torpes e irresponsables las manifestaciones de la Sra. Calvo, catedrática de Derecho Constitucional. Y más aún utilizando la expresión «bonita» de forma irónica, una actitud total y absolutamente machista. Ya ella manifestó que se tenían que erradicar los «piropos sexistas», y ella misma los utiliza para desacreditar, descalificar y menoscabar a otras muchas mujeres. No, perdona, no.

El feminismo, visto como defensa de los derechos de la mujer, en todos sus ámbitos personal, social, económico, familiar, político, ideológico, etc. pertenece a todos y a todas, nadie se puede apropiar de él. No hay una sola mujer, hay muchas mujeres que en cada uno de esos ámbitos de la vida manifestamos opiniones distintas, adoptamos decisiones propias, sin que nada ni nadie nos las impongan, porque tenemos la libertad de elegir lo que queremos ser. Luchamos contra las dificultades que se nos puedan presentar como mujeres, y como cualquier otra persona, exigimos que como tales se nos defienda y respete, nos hacemos valer nosotras mismas porque el empoderamiento de la mujer empieza por una misma y, para ello, es fundamental la educación en valores y en igualdad. Los colectivos y plataformas feministas que se manifestarán contra la aprobación de los presupuestos andaluces porque dicen son un paso atrás en la lucha feminista lo hacen por dos razones, política y discriminatoria, respectivamente, que en nada benefician la defensa de la mujer: la primera, defiende el término «violencia de género» vs «violencia intrafamiliar» por considerar que en esta última no se incluye la violencia contra la mujer, y no es cierto. Es más, debería hablarse de la «violencia contra la mujer», sin eufemismos, cuando la víctima sea mujer, porque la palabra «genero» quita identidad a «la mujer» como víctima, sobre todo ahora que se habla del genero «neutro». Y la segunda, porque se incluyen en los presupuestos políticas de atención a mujeres embarazadas con especiales dificultades, y alegan que va en contra del aborto. ¿Es que no tienen aquellas derecho a la asistencia personal, sanitaria y económica que necesitan? ¡Pero si lo más progresista de un país es que no haya abortos!, que la mujer no se embarace si decide no ser madre; es la decisión más personal y libre que puede tomar.

Deberían pedir que más que controlar el horario, los inspectores comprueben las nóminas de las trabajadoras en las empresas. Estas plataformas no solo se apropian del feminismo sin tener en cuenta las sensibilidades de otras mujeres, enfrentando posiciones y dificultando el avance y desarrollo feminista, en contra de la ideología que predica, sino que no reivindican lo verdaderamente importante: la educación en valores e igualdad.

* Abogada