La violencia filio-parental ascendente es uno de los temas de más actualidad y que afecta cada día a más familias. Pero preguntémonos, ¿son niños tiranos o niños victimarios?, juzguen ustedes al finalizar de leer este artículo.

El pasado sábado día 22 de junio, asistí al I Encuentro de Mediadores Familiares en Madrid, bajo el tema Acciones de prevención indicada en Violencia Filio-Parental, organizado por la Asociación Española de Mediación y Resolución de Conflictos. Donde reconocidos expertos en intervención con menores, compartieron sus conocimientos y experiencias.

En él se habló de puntos tan importantes, como la necesidad de las habilidades de la comunicación verbal y no verbal, así como de habilidades para la resolución de conflictos; tratamiento e intervención de los distintos perfiles y trastornos disociales que acompañan las conductas de estos menores (Trastorno negativista-desafiante/oposicionista-desafiente); prácticas restaurativas; y finalmente el broche de oro, el Método Mentoris (Asociación Ariadna).

Todos coinciden, aunque estos comportamientos son multicausales (infravaloración; maltrato infantil; roles invertidos -niños ejerciendo rol de padres-; etc), su problemática viene derivada de la falta de normas (no haber establecido límites y prohibiciones en su momento) y de jerarquía en las distintas figuras parentales del núcleo familiar. También hicieron mención al estilo de modelo parental que han seguido estos niños, un estilo permisivo y de justificación continua de los actos de sus hijos. Esto les lleva incluso a una tardía búsqueda de ayuda profesional. Aunque siempre hay salida-.

La intervención con estos menores tiene que ir dirigida, tanto a padres/madres/hijos/y familia. Las características de estos menores, son sobre todo: la ira, la falta de control de la impulsividad, baja tolerancia a la frustración, o las amenazas constantes. La ira que utilizan estos niños, tiene para ellos una doble función: una instrumental, con la que conseguir sus objetivos, mediante las amenazas, coacciones o incluso la violencia; y la segunda emocional, con la que tratan de desahogarse, descargar y expresar sus sentimientos de rabia.

Para ello, según estos expertos hay que enfrentarlos con la realidad. Muchos padres dirán: ¡vaya chorrada!, y les puedo entender. Pero han de saber que estos niños han construido un muro a su alrededor con el que se esconden no solamente de sus responsabilidades, sino de algo más importante -la falta de amor-. Dentro de este muro se encuentran seguros, no tienen miedo, aquí no hay compromisos, pero por otro lado fantasean y se vuelven egoístas. Sin olvidar, que muchos de ellos se refugian a su vez en el alcohol o de sustancias ilegales (sobre todo marihuana).

¿Y cómo corregirlo?, se preguntarán ustedes. Pues están de suerte, Antonio Reina Chamorro tiene la “pócima mágica” y se llama -Método Mentoris-, el cual ha tenido bastante éxito con jóvenes de barrios como las Tres mil viviendas, de Sevilla. Chamorro, como le gusta que le llamen, dice que tiene los ingredientes para esta pócima. Pero humildemente nos dice, que no ha descubierto nada nuevo, ha sido más bien conjugarlos de forma adecuada. Como él dice: “educar es amar ordenadamente”. Es aplicar el sentido común, aunque por desgracia sea el menor de los sentidos, hoy en día.

Educar es amar ordenadamente

Sus ingredientes son, el primero es un binomio entre el “humor y el amor”, es pasárselo bien y disfrutar de la familia.

No basta con querer a los hijos, es necesario que sepan que los quieres

El segundo la “empatía”, que exista una complicidad entre padres/madres e hijos/as. El tercero “la confianza”, aquí hay que luchar contra el miedo que nos lleva a la sobreprotección. Y el cuarto establecer “normas y límites”. Pero ojo, el exceso nos lleva a la sobreprotección y su escasez a la permisividad.

Y esto último no va a gustar a los padres/madres. Para que se produzcan cambios en el comportamiento de estos niños problemáticos, el cambio debe de empezar en los padres/madres. ¡Lo siento, es así!, la proporción de cambios se debe producir en un porcentaje del 80% los padres/madres y un 20% los hijos/as. Es más, según estos, incluso sin el cambio del 20% de los hijos/as, en muchos casos, puede reconducirse la convivencia familiar. Cuando esto se les dice a los padres/madres, evidentemente estos responden haciendo la “cobra”.

Yo personalmente como padre coincido de pleno con estos ingredientes, y me he puesto manos a la obra, y así lo manifesté en mi libro publicado el año pasado bajo el título Padres sin tiempo para transmitir valores de la Editorial Círculo Rojo. Y ahora toca que ustedes analicen la situación, ¿son tiranos o victimarios?

Padres y madres, llega el verano, es un momento extraordinario para empezar a hacer pequeños cambios en nuestras vidas que nos acerquen más a nuestros hijos/as. Démosles el regalo más preciado, el tiempo, pero que sea “tiempo de calidad”, por favor.

* Graduado en Trabajo Social y mediador