El próximo domingo (27 de enero de 2019), celebra la Iglesia el día de la Infancia Misionera, bajo el lema «Con Jesús Niño a la Misión», con la intención de promover en los niños una corriente de solidaridad para que ellos sean los protagonistas del mundo que están construyendo. Probablemente la Infancia Misionera sea una de las instituciones educativas de mayor hondura y mayor eficacia que existen a favor de los niños en el mundo entero. La Infancia Misionera, llamada también Santa Infancia, destina todos sus esfuerzos a los niños. O, para ser más precisos, son los niños los verdaderos protagonistas de esta Obra. No solo es una obra para los niños, sino más bien una Obra de los niños y con los niños. La idea de fundar en la Iglesia un organismo de esta naturaleza nació hace más de 170 años atrás, cuando un obispo francés, Mons. Charles de Forbin-Janson, viendo que tantos niños morían sin formación y de hambre en China, y no pudiendo ir personalmente a ayudarlos, decidió fundar una Obra que se dedicase a la evangelización de los niños gracias a la ayuda y colaboración de los mismos niños que consiste simplemente en la oración y en la ayuda material. Desde entonces, la Infancia Misionera se ha extendido por todo el mundo y son millones los niños que actualmente ayudan a otros niños en dificultad. Hoy en día las necesidades son muchas. Sabemos que hay millones de niños que sufren hambre y cientos de ellos mueren cada día, muchos no pueden ir a la escuela, otros no pueden acceder a los servicios médicos más elementales,sin olvidar las pateras; ellos son el centro de las oraciones y de la ayuda material. Pienso que no solamente la Iglesia tiene necesidad de esta Obra, sino, sobre todo, el mundo. Para hacer un mundo mejor, necesitamos de la Infancia Misionera. Demos voz a los niños; tienen mucho que decirnos y enseñarnos. Ellos son parte de la Iglesia, y parte importante. El niño de Infancia Misionera no piensa: «Soy pequeño, soy pobre, qué puedo hacer yo», el niño misionero piensa siempre en grande, porque sabe cuánto puede hacer la pequeña colecta de millones de ellos en el mundo. Las necesidades son muy numerosas, millones de niños sufren las consecuencias de un sistema económico que crea pobreza, exclusión y descarte, en los más débiles, incluso economía mata, sobre todo a los niños. Por último, decir que la encíclica Evangeli Gaudium expone que también el Papa Francisco, y él el primero entre todos los católicos, se identifica con la misión y dice con fuerza «Yo soy misión». Ser uno mismo misión es vivir sin fractura entre lo que se es y se hace, evitando así el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en que la fe se va desgastando y degenerando. Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo (EG.63). En síntesis, decir que los niños nos invitan a tener esperanza en un mundo mejor y una fe viva y alegre.

* Licenciado en Ciencias Religiosas