En el Día Internacional contra la Violencia de Género, con muchas declaraciones institucionales, se hace un llamamiento mundial en la lucha contra esta lacra social, y se recuerda especialmente a cada una de las fallecidas en este año, que desgraciadamente supera ya a las del año pasado. También es un día para tener muy presente a las mujeres, y sus hijos, que día a día sufren malos tratos físicos o psicológicos y se encuentran con la problemática de cómo afrontar y resolver tan difícil situación. Pero no puede quedarse en sólo este día, todos los días del año se ha de luchar y combatir contra la violencia machista. No me gustan los términos «género» y «femenicidio» para hacer referencia a ese acoso y violencia del hombre sobre la mujer o cuando ésta muere a manos de su pareja, porque le resta identidad, y la víctima de la violencia machista es una mujer concreta con su nombre y apellidos: Matilde, Blanca, Virginia, Carmen, Cristina, Laura, Aba Belén, Gloria, Raquel, Rosa, Noelia, Jessyca, Catalina, Fadwa, Lilibet, María, Pilar, y otras muchas más. Ellas no son género, son mujeres, ellas mismas y cada una de ellas con su vida, ilusiones y familia, truncadas violentamente por la sinrazón machista.

Cada vez se destinan más medios para atender y asistir, desde el punto de vista policial, judicial, sanitario, psicológico, económico a las mujeres que resultan maltratadas por sus parejas, pero lo cierto es que hacen falta más recursos, pues la cifra de víctimas mortales aumenta. Donde sin duda se han de redoblar los esfuerzos es en la prevención del maltrato y del acoso. Resulta llamativo que en época de mayor libertad, en todos los sentidos, el número de chicas jóvenes afectadas por violencia machista es cada vez mayor; por ello, son las jóvenes el objetivo de las últimas campañas publicitarias para no consentir el control ni la manipulación ni la dominación sobre su persona y actos del que consideran su amigo personal o pareja. Es esencial la educación en valores e igualdad, en el seno familiar y en la etapa escolar, cuando se va forjando la persona.

Y, sobre todo, es fundamental el apoyo a la mujer maltratada de familiares y amigos, a esa mujer que siente miedo, se encuentra intimidada, asustada, sin saber qué hacer. En el ámbito penal es necesario la denuncia de la víctima para que el hecho delictivo sea perseguible, y mientras que ante un hecho infractor de tráfico cualquiera pueda ser denunciante, ante una situación de acoso o maltrato, cuando está en peligro la integridad física de menores o la madre, incluso en juego sus propias vidas, sólo pueden iniciarse diligencias judiciales con la denuncia de la propia víctima. Pero muchas veces es difícil para la mujer realizar esa denuncia, no porque no quiera, sino porque su estado psicológico la hace no ver la realidad, o viéndola, está intimidada, amenazada; es decir, que no está en condiciones normales para poder denunciar a quien la veja, la insulta y la amenaza. Por ello, es necesario que, familiares, amigos, ciudadanos en general, todos, pongamos en conocimiento de las autoridades pertinentes cualquier circunstancia o hecho de la que tengamos conocimiento que pueda ser un acoso o maltrato, ya sea físico o psicológico. Y que esa denuncia, ya dé lugar al inicio de diligencias judiciales. Necesitan nuestra ayuda y no podemos negársela. No se trata de problemas internos de pareja, va más allá, es violencia, y es responsabilidad de todos erradicarla, enfrentándonos a quien la provoca y apoyando a quien la sufre. ¡No podemos permitir ni una más!

* Abogada