Hace unos años salió a la luz la lista de los libros pecaminosos y nocivos del Midwest Theological Forum, que hoy puede consultarse en internet. Es una lista con una apabullante infinidad de obras literarias, incluida una novela mía. Digo esto como prueba de su minuciosidad, porque mis novelas no las lee ni Perri.

En la ficha de cada libro aparece una categoría y se desgrana brevemente el contenido y la carga de lenguaje blasfemo u ofensivo. El Midwest Theological Forum no pretende censurar estas obras, sino que alerta de la corrosión del alma que podría ocasionar su lectura, pero uno no puede evitar pensar que es una suerte que la Iglesia carezca hoy del poder y la influencia que tuvo antaño, porque de lo contrario estaríamos ante una nueva edición del Index Librorum Prohibitorum que hizo arder páginas desde Trento hasta Pío VI.

Sin embargo, otros curas y monjas han cogido el relevo. Y estos tienen el poder de convicción y de influencia que perdieron los de la sotana. Algunos medios difundían esta semana el bulo de que el Gobierno de Navarra iba a censurar a Amaral y El Canto del Loco, cuando lo cierto es que solo habían propuesto una actividad para analizar en clase estas composiciones. El problema, como es habitual, venía al comprobar la óptica dogmática y miope de este análisis.

La actividad No me cantes violencias del plan Skolae propone que los profesores expliquen a los niños que canciones como Sin ti no soy nada, de Amaral, «promueven el sexismo», y que otras como Te mataré, de Loquillo, o Toda, de Malú, directamente incitan a la violencia contra la mujer. Es decir: dan por buena una versión neurótica de los estudios culturales, ampliamente discutida en ámbitos académicos, y alerta de una conexión de causa y efecto tan difícil de corroborar como la de los libros que te mandan al infierno.

En fin. Alertar de la violencia que produce el consumo de baladas es una oportunidad perdida para enseñar a los niños a que piensen por sí mismos. Pero claro, si empiezan a pensar de niños, luego no te votan.

* Escritor y periodista