En estos días de pactos para la constitución de los gobiernos autonómicos y del Gobierno de la nación, uno de los temas que origina los más enconados debates, es el de Navarra. ¿Por qué se produce en Navarra esa tensión, y no en otros ayuntamientos y comunidades autónomas donde se firman con normalidad pactos entre partidos de las más diversas ideologías? Expongo a continuación algunas reflexiones sobre este complejo asunto.

--Navarra es uno de los casos de excepcionalidad contemplados en la Constitución de 1978. Además de establecer una vía especial de acceso a la autonomía (“Amejoramiento de los fueros”), le ofrece la posibilidad de incorporarse a Euskadi si así lo decide el parlamento de Navarra y lo corrobora en un referéndum la mayoría de los navarros (Disposición Transitoria Cuarta).

--La vía de la integración de Navarra en el País Vasco es, por tanto, constitucional, y ningún gobierno se ha planteado en estos cuarenta años reformar la Constitución para suprimir esa posibilidad. No debería, por tanto, ser objeto de controversia, pero lo es, debido a la polarización que se ha ido produciendo en la sociedad navarra en torno a este asunto.

--Tal polarización proviene de la percepción que tiene el “autonomismo navarro” de que, en la estrategia soberanista del nacionalismo vasco, la integración de Navarra en Euskadi es un elemento fundamental. Por ello, consideran que es deber de los “navarristas” impedir que eso se haga realidad.

--Es el partido socialista PSN-PSOE el más afectado por esa polarización. Si bien los socialistas siempre han tenido una clara posición autonomista, es verdad que también han buscado acuerdos con los partidos “vasquistas” en aras de la gobernabilidad de Navarra y de la legítima aspiración del PSN-PSOE de acceder al gobierno de esta comunidad.

--Desde las primeras elecciones autonómicas de 1981, y hasta 2015, ha predominado la corriente “navarrista”, gracias a la mayoría (en votos y escaños) obtenida por los partidos defensores de conservar la autonomía de Navarra. Tanto UPN (Unión del Pueblo Navarro), como el PP y el PSN-PSOE (sobre todo a raíz de desgajarse de la rama vasca del PSOE), han mantenido desde entonces una firme posición contra la integración en Euskadi, con independencia de sus diferencias ideológicas y programáticas.

--La corriente “vasquista” ha estado representada por diversos partidos. En el centro derecha, la opción nacionalista estuvo encarnada en la rama navarra del PNV (que incluso nombró lendakari en 1980 a un navarro como Garaikoetxea). Más tarde se transformó en Nafarroa Bai, que gobernó en la pasada legislatura con Uxue Barkos, y ahora es Geroa Bai la que representa esa opción. En la izquierda abertzale, el vasquismo ha estado encarnado en formaciones herederas de HB, siendo actualmente EH-Bildu la que representa esta posición en el parlamento navarro

--En medio de esos dos polos identitarios, ha habido partidos que no han tenido en el debate autonomismo/vasquismo sus señas de identidad, sino que las han construido sobre la línea izquierda-derecha. Ese ha sido el caso de la rama navarra del Partido Comunista y ahora la de Podemos y IE(n), y parcialmente la posición del PSN-PSOE, que le ha provocado no pocas tensiones internas al coexistir en su seno ambas sensibilidades.

--Tras las pasadas elecciones del 26-M, los resultados muestran que el “autonomismo navarro” es mayoritario en esta comunidad. Los 20 escaños de Navarra Suma (coalición electoral formada por UPN, PP y Cs) superan los 16 escaños del “vasquismo”, encarnado en Geroa Bai (9) y EH-Bildu (7), pero el “navarrismo” no logra la mayoría parlamentaria (que está en 26 diputados). En esta situación, los 11 escaños socialistas (PSN-PSOE) son decisivos según decidan irse a un lado o al otro del espectro político.

--La complejidad del caso navarro surge a la hora de articular las mayorías necesarias para formar el futuro gobierno. Si hubiera una situación normalizada en torno al eje izquierda-derecha, sería lógico que el PSN-PSOE buscara alianzas con otros partidos para aspirar a la presidencia del gobierno navarro. Pero resulta que eso no es lo que ocurre en Navarra, ya que sigue imponiéndose el eje navarrismo-vasquismo, un eje fuertemente polarizado que, como ocurre con todos los ejes identitarios, no admite posiciones intermedias.

--Tras el acuerdo para la presidencia del Parlamento navarro, el PSN-PSOE busca, de forma legítima, una mayoría parlamentaria con los únicos partidos que le podrían asegurar la presidencia del gobierno: Geroa Bai (vasquista) y los partidos de izquierda Podemos e IE(n), además de la abstención de EH-Bildu.

La reacción del “navarrismo” está siendo furibunda, acusando a los socialistas tanto de “traicionar” la causa navarra, como de ponerse a los pies de EH-Bildu. Ignoran en su crítica que algunos de los socios de “Navarra Suma” hayan pactado con la izquierda abertzale en varias ocasiones, como ocurrió con el PP en el ayuntamiento de Vitoria. Es un ataque que, sin duda, se dirigirá al mismo Pedro Sánchez por consentirlo.

--Llegar a acuerdos con otros partidos es, para los socialistas, la oportunidad de normalizar la vida política en esta comunidad superando el eje navarrismo-vasquismo. Señalan, además, que la presencia del PSN-PSOE en los gobiernos ha sido siempre, y lo seguirá siendo, la mejor garantía para que Navarra mantenga su status autónomo respecto del País Vasco.

* Catedrático de Sociología IESA-CSIC